MONASTERIO DE PIEDRA
Daniel Pérez Artigas y José Antonio Val Lisa
Este mes a parte del aniversario de la conquista de Zaragoza por parte de Alfonso I El Batallador, tenemos otra importante efeméride dentro de nuestro territorio, el 800 aniversario de la fundación del monasterio de piedra, en la población perteneciente a la comarca de Calatayud, Nuévalos. Este hecho constata la profunda expansión cisterciense en aquella época por la península Ibérica.
La fundación del Monasterio se dio gracias a la dote económica por parte del monarca aragonés Alfonso II y su esposa Sancha de Castilla. Quienes estaban interesados en que se estableciera una comunidad monacal en su territorio que siguiera la regla de San Benito.
Así pues, la donación se realizó a los monjes de Poblet, quienes en mayo de 1194 y bendecidos por su abad Pedro Masanet partieron hacia territorio aragonés para establecerse en Piedra Nueva, tras varias ubicaciones y de las cuales aún es visitable la ermita, que finalmente se convirtió en priorato, en Santa María de Cilleruelos.
El estilo arquitectónico es el típico de la orden, gótico cisterciense, línea sobria y austera, pero luminosa.

En diciembre de 1218 se terminó gran parte de la obra, posibilitando así la celebración de la ceremonia de traslación de la comunidad monacal a su nuevo emplazamiento.
El monasterio sufrió tres procesos de desamortización, lo que le llevó finalmente a la disolución de la comunidad.
Actualmente es uno de los enclaves turísticos más visitados de Aragón, siendo Bien de interés turístico y habiendo recibido la medalla al mérito turístico.
Ya hablamos en este blog de la importancia que alcanza el monumento para el turismo de la región, con su precioso vergel en la entrada dedicada a la exposición realizada por la Diputación Provincial de Zaragoza “MONASTERIO DE PIEDRA. LA IMAGEN ROMÁNTICA DEL MONUMENTO Y SU VERGEL (1861-1914)”.
Entre sus curiosidades está la introducción del chocolate en Europa, a través del monje cisterciense Fray Jerónimo de Aguilar, que acompañó a Hernán Cortés a Méjico y que envió el primer cacao junto con la receta al abad del Monasterio.
Arte y Arquitectura: La existencia de una refundación cisterciense en el reino de Aragón, posibilitó una arquitectura bajomedieval de corte occidental, logrando introducir el ladrillo en los modos de expresión de estos nuevos centros religiosos. Estos monjes, vienen de la mano del poder real, que les otorga privilegios, donaciones, y los hace titulares del panteón real. Por el Oeste, Piedra, cerca de Calatayud y Veruela a los pies del Moncayo; por el Este, Rueda (Sástago, Ribera Baja del Ebro). Para la fundación de un monasterio cisterciense constituyó un asunto básico la abundancia de aguas ya fueran de río o de manantial, de hecho, buena parte de las primitivas abadías de la orden están relacionadas con el agua; Piedra, como todos los monasterios de la Orden, están dedicados a la Virgen María, responden por tanto, a un plan ideal preciso y simple establecido por San Bernardo, y modificado posteriormente al compas de las nuevas necesidades. Una de las ideas básicas que debe presidir en la mente de todo visitante actual es que al acceder al cenobio ingresa en una pequeña ciudad de Dios, cerrada con llave a los ojos de los legos, de aquí la palabra “clausura”.

En Aragón, tras Zaragoza, el Monasterio de San Juan de la Peña y el Parque Nacional de Ordesa, el Monasterio de Piedra, es uno de los destinos turísticos de primer orden. La atracción que ejerce sobre los viajeros es antigua. El lugar, reúne méritos sobrados para triunfar: arte, naturaleza-agua y romanticismo se dan la mano, en pocos sitios se conjugan tantos atractivos como para conseguir que el viajero sin demasiado esfuerzo viva todas las emociones que la naturaleza por un lado, y la mano del hombre por el otro, son capaces de reproducir.
La iglesia del Monasterio de Piedra es una amplia construcción de tres naves de cinco tramos, con cabecera poligonal en la central, y acusado crucero, al que se abren capillas de planta cuadrada en el muro de saliente. Salas capitulares, restos de la iglesia, espectaculares escalinatas, instalaciones auxiliares para los trabajadores medievales…etc.. Casi mil años después, los elementos constructivos y decorativos, responden a una calidad técnica, que hoy en día, nos siguen pareciendo ejemplar.

La puerta de poniente, con arquivoltas apuntadas de baquetones, y una de dientes de sierra, muestra cierto primitivismo. El claustro monumental, de arcos simples apuntados, cubierto con crucería simple, se levantó en el siglo XIV, lo mismo que el alargado refectorio. Más antigua es la sala capitular, cuya puerta y ventanales tienen similitudes con la portada comentada anteriormente. La base de la torre, con base en forma de cruz, dispuesta de forma anómala, es muy interesante, sobre todo por sus trompas volteadas, para obtener una superficie cuadrada.
Con la guerra de la Independencia llegaron los primeros embates de una ruina que continuó con la acción de la desamortización del Estado realizada a partir de 1836. En la segunda mitad del siglo XIX el conjunto será adquirido Juan Federico Muntadas, que transformó la huerta en un jardín paisajista y las dependencias conventuales en una instalación hostelera e hidroterápica, a lo que añadió la construcción de una piscifactoría, que fue pionera en España, parte de cuyas instalaciones son visitables en el recorrido por el Parque, explotando turísticamente el recinto con una indudable visión comercial y con un éxito manifiesto cuando el turismo todavía era un sector raquítico.

Con motivo del 800 aniversario, una variedad de actividades y actos que han tenido lugar a lo largo de todo el año, como la restauración parcial de su iglesia cisterciense, la exposición temporal Ex Petra Lux: Reencuentro con la Historia o la celebración del I Congreso Internacional “Monasterio de Piedra, un legado de 800 años. Historia, Arte, Naturaleza y Jardín”; Esta efeméride debe acercarnos a redescubrir las riquezas patrimoniales de un monasterio llamado a ser de primer orden a nuestro país.