José Antonio Val Lisa & Daniel Pérez Artigas
Francisco Bayeu y Subías, (Zaragoza, 1734-Madrid, 1795), pintor, dibujante y profesor, coetáneo de Goya, del que fue maestro y después cuñado, se erige tras este como el pintor más importante del siglo XVIII en España, y el mejor dibujante del siglo. Fue una persona hecha así mismo, el haberse convertido con poco más de veinte años en el cabeza de familia de cuatro hermanos huérfanos- Ramón, Josefa y María, eran menores de edad- al fallecer en pocos años sus padres, le obligaron a ser un joven serio, muy responsable y extraordinario cumplidor de sus obligaciones profesionales. El sentido del deber, tan arraigado en Bayeu, y el estar trabajando para los reyes de España, para los príncipes y para los infantes, llevó siempre a Bayeu a cumplir con presteza y desvelo cuantos encargos pictóricos se le hacían, tanto de pintura mural, como de cuadros de altar o retratos.
El triunfo de Bayeu en la Villa y Corte.
Tenía Francisco Bayeu 29 años cuando abandonó definitivamente su Zaragoza natal y se instaló en Madrid dispuesto a triunfar, pues nada menos que el gran Mengs requería su presencia como ayudante y estrecho colaborador. Puesto que la decoración pictórica del palacio Real Nuevo de Madrid no había hecho más que comenzar. El primer encargo oficial que recibió fue pintar al fresco La rendición de Granada (1763-1764) en el techo de la antecámara de la reina madre, Isabel de Farnesio, actual comedor de gala. Tras la demostración de sus excelentes capacidades pictóricas, Bayeu recibió en el verano de 1764 un nuevo encargo oficial, la pintura al fresco de un nuevo techo en el Palacio Real, esta vez en la sala de recibir y comer den infante don Luis de Borbón, hermano del rey Carlos III. El asunto a pintar al fresco sería La Providencia presidiendo las virtudes y facultades del Hombre. En tan solo cuatro años desde su llegada a Madrid, Bayeu, se había consagrado como un destacado pintor, el mejor de los españoles para Mengs, y su más directo seguidor, además, había conseguido honores y reconocimientos como ser teniente-director de la Academia de San Fernando (1765), o ser nombrado pintor de Cámara del rey Carlos III, cargo que juró en 1767.
Bayeu, pintor metódico.
Francisco Bayeu bien pronto fue consciente de que el dibujo era el sustento de la pintura y el método de aprendizaje fundamental para llegar a ser un buen pintor. En el caso de los dibujos, estos eran ejecutados con un altísimo nivel de preciosismo y detalle, algo que provocó que sus numerosos bocetos fueran tremendamente valiosos para los estudiantes del momento. Tuvo Francisco una gran capacidad para idear, para inventar composiciones y figuras. Fueron muchas las obras complejas, tanto de mitología clásica y alegorías como de carácter religioso, que tuvo que idear a lo largo de su vida artística, y que plasmó en techos, muros, bóvedas y cuadros de altar. Una vez que contaba con las medias exactas, el artista se ponía a idear la composición que iba a plasmar; lo primero era buscar la información necesaria sobre esas escenas, ya fueran mitológicas, alegóricas, bíblicas, hagiográficas o acontecimientos históricos. Para ello contó Bayeu siempre con una biblioteca de su propiedad en la que no faltaban libros de Religión, Historia, Mitología o Historia Sagrada.

El Olimpo. Batalla de los gigantes. 1767-1768. Óleo/lienzo. Madrid, Museo Nacional del Prado.
Lo primero era hacer un dibujo general, sin detalle, de lo que quería representar y, a continuación, plasmarlo en un primer boceto de pequeño tamaño, de ejecución rápida y suelta pincelada. A ese primer boceto se denomina “borrón”, y Bayeu solía hacerlo en “grisalla”. Tras esa fase, el pintor procedía a hacer un nuevo boceto en un tamaño mayor; el que solía denominarse “modello” o “boceto de presentación”, de ejecución también abocetada, pero más detallado y con los colores que iba a tener la obra. Una vez que le habían dado la aprobación, comenzaba la fase de estudios detallados, mediante dibujos de figuras enteras, partes anatómicas (cabezas, manos, brazos, pies, piernas…etc.…), ropajes, animales o elementos significativos de las composiciones. Era un proceso guiado por la meticulosidad y el detalle, como ponen de manifiesto los más de quinientos dibujos conservados de su mano en instituciones como el Museo del Prado o la Biblioteca Nacional de Madrid. Una vez concluidos los estudios detallados se pasaba a la ejecución de la obra definitiva. Si se trataba de una pintura mural al fresco, se requería la participación de diestros oficiales y peones albañiles, para la elaboración y aplicación de las distintas capas de mortero que se darían para formar la superficie con buenos materiales, en concreto cal y arena. Lo mismo sucedía con la elección de los colores para pintar, comprados en Madrid al mercader droguero Felipe de Trápaga y Torre (amarillo de Nápoles, ocre de Siena, carmín fino de Venecia, azul ultramar o el lapislázuli de Prusia). La ejecución de una pintura con la técnica de fresco exigía trabajar en duras condiciones sobre un andamio. El pintor tenía que adoptar posturas muy incómodas, forzando su anatomía, lo que provocaba dolores musculares, contracturas, reumatismo a la larga, a causa de la humedad del mortero.

Marte. 1764. Clarión, lápiz negro sobre fondo oscuro. Madrid, Museo Nacional del Prado.
La Caída de los gigantes, la consagración artística de Bayeu.
Francisco Bayeu, estaba volcado en las decoraciones del Palacio Real Nuevo y se esforzaba al máximo en servir a su rey lo mejor posible y en agradarle en sus pinturas. No sabemos exactamente qué estaba haciendo entonces, pero es muy posible que ya estuviera preparando los bocetos y estudios preparatorios del fresco en el que se representó la escena de Júpiter derrotando a los Gigantes con la ayuda de Hércules y Minerva, que ha venido siendo citada desde Antonio Ponz como La Caída de los Gigantes, en el techo de la primera antecámara del Cuarto de los Príncipes del Palacio Real de Madrid, actual comedor de diario. Era el techo más grande e importante que hasta entonces había pintado Bayeu. Tenía una superficie doble que la del techo de la Rendición de Granada, y un 40% más grande que la de La Providencia presidiendo las virtudes y facultades del Hombre. Por ello suponía un reto para Bayeu. Lo pintó entre febrero y finales de septiembre del 1768, y no en 1764, como se venía pensando hasta ahora. Fue un trabajo intenso, que recuerda a la obra de Luca Giordano y Corrado Giaquinto, en la concepción y composición general de la pintura, como muestran los sucesivos bocetos que se conservan en el Museo del Prado y en la Real Sociedad Económica de Amigos del País, pero en el fresco definitivo ya se aprecia la corrección formal debida al influjo de Mengs, especialmente en los desnudos de los gigantes y en la colocación de algunas figuras alrededor de la cornisa. Inspirada en la narración de Ovidio, utilizó Bayeu una composición piramidal, rematada por la figura del dios Júpiter, sobre una gran nube, que lanza un rayo contra los Titanes, que contra él se habían revelado. Junto a él esta Juno, acompañada de las Náyades, que lanzan el agua que contiene las urnas que portan sobre los atacantes. En el lado contrario aparece Eolo, el dios de los vientos, con corona y cetro. Abajo, el titán Tifón, que ha promovido la sublevación contra Júpiter, cae abatido por el rayo del supremo dios y se precipita desde el monte Etna, mientras Hércules, con su maza, golpea a otro titán caído. En el borde de la composición, a la derecha, aparecen los cuerpos de varios titanes abatidos por Hércules y Minerva, que porta lanza y escudo. En la esquina contraria, Marte y Belona se dirigen con sus armas al combate y, junto a ellos, Vulcano y los Cíclopes están fundiendo armas ante una tienda. En el lado contrario están las diosas Cibeles, Ceres y Pallas, que permanecen al margen del combate. Encima, sobre las nubes está Diana, acompañada de algunas de las Horas. En el lado largo, opuesto al principal, pintó Bayeu al dios Apolo, que comparece sobre carro tirado por cuatro caballos y acompañado por las Horas de la mañana. En el centro está Baco, acompañado por Sileno, y junto a ellos Venus, que porta la manzana de la discordia. Sobre ellos están Saturno y su esposa Rea, Neptuno con su tridente y, más arriba, volando en los aires, Mercurio, que les señala la batalla que está teniendo lugar. Cuatro cuadros fingidos en grisalla, enmarcados a modo de quadri riportati, se disponen en el centro de cada lado de la cornisa. Las cuatro escenas presentan la intervención de la diosa de la Sabiduría, Minerva (Atenea). En la primera representó Bayeu a Perseo cortando la cabeza de Medusa en presencia de Minerva; en la segunda, a Hércules descansando de sus trabajos y fatigas al lado de Minerva; la tercera, la Lucha entre Minerva y Neptuno por el dominio de la ciudad de Atenas, y el cuarto la Fábula de Cadmo, el primero que llevó a Grecia el conocimiento de las letras y, gracias a Minerva, creó una ciudad, Tebas, en la que reinaba el orden y paz entre sus gentes.

Manuel Salvador Carmona. Caída de los gigantes. 1769. Grabado. Biblioteca Nacional de España.
Bocetos preparatorios.
El Museo del Prado conserva diez dibujos preparatorios para el fresco del Palacio Real de Madrid, todos ellos realizados a través del clarión, lápiz negro sobre papel verdoso, a excepción de un dibujo realizado en clarión y sanguina sobre papel oscuro. También se conserva en este museo el boceto previo, titulado El Olimpo. Batalla de gigantes. Por su parte, la Biblioteca Nacional de Madrid, conserva un dibujo sobre papel grueso verjurado amarillento, fechado en el año 1764, que no es sino otro boceto preparatorio del fresco referido.
La Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, posee el boceto definitivo titulado Júpiter derrotando a los Gigantes con la ayuda de Hércules y Minerva, que puede verse en la actualidad en el Museo Goya colección Ibercaja. Museo Camón Aznar. Muestra ya las últimas modificaciones iconográficas que el pintor introdujo en tan amplia y compleja composición, de gran belleza cromática y delicadeza todavía rococó en la manera de estar pintado.
El éxito de Francisco Bayeu con este techo fue total, lo que justificó qué en el año 1769, Manuel Salvador Carmona hiciera un grabado a buril de gran tamaño con la escena del techo pintada por aquél por encargo de don Baltasar de la Puente, que hoy se encuentra en la Biblioteca Nacional.
Ficha: Francisco Bayeu y Subías. Júpiter derrotando a los Gigantes con la ayuda de Hércules y Minerva. 1767-1768. Óleo/lienzo. 115 x 202 cm. Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, en depósito en el Museo Goya Colección Ibercaja Museo Camón Aznar.
PARA SABER MÁS:
-ANSÓN NAVARRO, Arturo, Francisco Bayeu (1734-1795), Ibercaja Obra Social, Zaragoza, 1996. (catálogo de exposición, Zaragoza, sala de exposiciones de Ibercaja y Museo Camón Aznar).
-ANSÓN NAVARRO, Arturo, Los Bayeu, una familia de artistas de la Ilustración, Caja Inmaculada, Zaragoza, 2012. (Colección Mariano de Pano y Ruata, Nº29).
-CALVO RUATA, José Ignacio y LOZANO LÓPEZ, Juan Carlos, “La formación de las colecciones artísticas de la Real Sociedad Económica de Amigos del País”, en, Real Sociedad Económica de Amigos del País, Ibercaja Obra Social, Zaragoza, 2014.