El Greco. Las lágrimas de San Pedro. Ca. 1585. Óleo/lienzo. Museo del Greco. Toledo
José Antonio Val Lisa & Daniel Pérez Artigas
Doménikos Theotokópoulos, más conocido en nuestro país como el Greco, fue uno de esos pintores disidentes que durante los siglos XVII, XVIII y buena parte del XIX su obra fuera tajantemente rechazada en todos los circuitos artísticos, tanto por sus contemporáneos como por las generaciones inmediatas. Habría que esperar hasta la segunda mitad del siglo XIX y a las vanguardias artísticas para que su genio y la profundidad de sus representaciones y su revolucionaria técnica volviesen a ser motivo de estudio y admiración por parte de los críticos, artistas y público en general. De esta manera la Historia ha tenido con el pintor una especie de justicia poética para compensar tantos siglos de desprecio y marginación.
El Museo Goya colección Ibercaja, nos ofrece una oportunidad para redescubrir, disfrutar y aprender con un artista único que ha influido de forma decisiva en la pintura española universal. La exposición El Greco. Los pasos de un genio está formada por 42 obras, de las cuales se pueden apreciar 26 óleos firmados por el pintor cretense junto con una selección de 16 obras de grandes referentes de la escuela española como Goya, Velázquez, Picasso, Murillo, Ribera o Sánchez Coello. Las cuatro primeras unidades están dedicadas en exclusiva al pintor, en las que a modo de “monólogos”, se muestra su excepcional habilidad narrativa. En la última sala, se engloban a modo de “diálogos”, composiciones de pintores españoles que confirman al Greco como precursor de esta escuela. Las pinturas que se pueden ver en la muestra proceden de las principales instituciones y pinacotecas de nuestro país: Museo Nacional del Prado, el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, el Museo del Greco, el Museo de Santa Cruz en Toledo, el Museo Diocesano de Arte Sacro de Vitoria-Gasteriz, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, el Museo Picasso de Barcelona y la Colección Bancaja.

Las pasiones del alma.
Cuando el Greco llega a España en 1577, con aspiraciones a trabajar en la corte y su entorno eclesiástico, no podía sino hacer pintura encargada y recibida en un sistema artístico fundamentado en la afirmación del valor que las imágenes tenían para la iglesia militante; téngase en cuenta que estamos ante un artista que tiene su origen en una de las más periféricas provincias venecianas y cuyo proceso de formación se desarrolló bajo la influencia ideológica y formal de un conjunto de modelos lingüísticos que encontraban su fundamento en la tradición bizantina. De todos los recursos expresivos, el Greco escoge la mano como miembro más poderoso para hacer que la figura hable: encontramos manos amorosas que acarician y miman en las Vírgenes, otras que protegen y revolotean; algunas nos invitan al silencio, manos compungidas y manos que se posan sobre la sabiduría de libros. En definitiva, un inmenso repertorio con el que llegamos a comprender tanto al personaje como el pensamiento que identifica. Además de la mano, el otro órgano supremo e igualmente noble para expresar las emociones es el rostro. Se pensaba que el rostro era el indicador de las emociones que además estaba conectado directamente con el corazón siendo los ojos los conductores por donde entran y salen los afectos. La posición de los ojos, el juego de las miradas y la leve inclinación de la cabeza van a ser los recursos más empleados por los artistas para dar intensidad a los sentimientos, especialmente los vinculados con el dolor, la tristeza y el arrepentimiento. La mirada hacia arriba sugiere un dialogo con lo divino, hacia abajo abatimiento y concentración. Además de gestualidad, el cuerpo humano cuenta con una técnica más sugestiva, la de los fluidos: lágrimas, sangre o el rubor. El protagonismo de las lágrimas obedece a unas fuentes y textos que claramente proporcionan imágenes llenas de patetismo y sentimiento. El Greco concibió con enorme éxito el apartado iconográfico de las lágrimas con el protagonismo del San Pedro y la Magdalena. Para ello recurrió a un sistema de copias o réplicas de sus pinturas en el propio taller, que está vinculado al éxito de algunas escenas creadas por artistas contemporáneos. Los dos lloran como muestra de arrepentimiento por sus pecados, recientes o pasados. El llanto del apóstol le dio pie a desarrollar una imagen-tipo; el artista hizo hasta seis versiones autógrafas, entre ellas las del Museo del Greco y las de la catedral de Toledo.

El retrato.
Cuando empezó la incomprensión hacia la pintura del cretense, hubo una parcela de su arte que quedó salvada por la crítica, los historiadores y especialmente por los propios pintores: su capacidad como retratista. El retrato ocupaba uno de los últimos puestos en la jerarquía de los géneros artísticos, conjuntamente con el bodegón o el paisaje. El cultivo del retrato entre los pintores de nuestro país era casi inexistente, salvo en el ámbito cortesano. En el Retrato de Diego de Covarrubias, comprobamos que el modelo para este retrato es, con seguridad, otro de Alonso Sánchez Coello fechado en 1574 que se conserva en el Museo del Greco en Toledo, y que también forma parte de esta exposición. El Greco sigue fielmente la composición del cuadro que copia, pero introduciendo y aportando su personal visión artística, su particular técnica y su peculiar sentido de la introspección humana, a pesar de no estar retratando directamente al personaje. A diferencia del academicismo de Coello, integrando a base de pinceladas precisas y minuciosas, el Greco exhibe, mediante pinceladas de todo tipo y condición: largas y empastadas en el sobrepelliz, arrastradas y longitudinales en la cinta de la que cuelga la cruz, minúsculas en las vainicas, puntillas y adornos del cuello del roquete, y las aplica de manera tan especial en el tratamiento del rostro, en el que superpone infinitas pinceladas en todas las direcciones mediante veladuras de blancos, ocres y rojos hasta conseguir el efecto de las arrugas y carnaciones tan propias de sus retratos, efecto que se muestra aún más notable en el tratamiento de barba y cabello.
Vínculos artísticos.
En la última parte de la muestra encontramos vínculos y afinidades en la obra del Greco, Velázquez, Goya y Picasso. Los cuatro son grandes creadores que mantienen una dialéctica entre la tradición local y la modernidad cosmopolita. A pesar de las afinidades entre ellos, es obvio que sus lenguajes artísticos y vivencias son distintos. Otro aspecto a tener en cuenta entre el Greco, Velázquez o Goya, es su condición de geniales retratistas, faceta destacada en sus respectivas carreras y que convirtieron al género del retrato en la espina dorsal de la historia del arte en España. Las afinidades más claras se pueden apreciar en el primer Velázquez, que pudo conocer obras del Greco, como se ha sugerido en el gran lienzo de la Imposición de la casulla de San Indalecio (1622-1623, Fundación Focus Abengoa, Sevilla); también las encontramos en la obra de Murillo Las lágrimas de San Pedro (Ca. 1650-1655, Museo de Bellas Artes, Bilbao). El interés de Picasso por el Greco aumentaría en Barcelona (1899) al entrar en contacto con un grupo de artista que se reunían en Els Quatre Gats, con dibujos y óleos como Yo, el Greco, Personajes estilizados al estilo del Greco y Retrato de un desconocido al estilo del Greco. Personaje, al que volvería otra vez, en sus últimos años de vida, al recordar aquella España vetada, con aguafuertes como El entierro del Señor de Orgaz, o El caballero de la mano en el pecho. Sin embargo, no parece que haya demasiadas coincidencias entre Goya y el Greco; Calvo Serraller apunta a que la figura de San Juan con los brazos alzados en la obra La Visión de San Juan o La apertura del quinto sello (1608-1614, Museo Metropolitano de Arte, Nueva York), podría ser antecedente al hombre de la camisa blanca arrodillado, con los brazos en cruz, ante el pelotón de fusilamiento del lienzo Los fusilamientos del tres de mayo (1814, Museo Nacional del Prado, Madrid).
El Greco. Los pasos de un genio. Museo Goya. Colección Ibercaja. Hasta el 29 de mayo del 2022.