Fotógrafo: Elsevier Stokmans
El mundo vanguardista del Montmartre bohemio
José Antonio Val Lisa & Daniel Pérez Artigas
Situado en la periferia de París, en dirección norte, Montmartre era una zona de miseria, peligrosa y marginal apartada de París, donde vivían los pobres, los rufianes y las prostitutas. Pero en un espacio de tiempo relativamente breve, Montmartre, empezó a atraer a numerosos jóvenes artistas de la vanguardia. Se había transformado en el corazón literario y artístico de París. La eclosión cultural del barrio parisino de Montmartre, entre 1896-1900, es el tema principal de la exposición El espíritu de Montmartre en tiempos de Toulouse-Lautrec, organizada por la Fundación Bancaria “la Caixa”, y que estos días puede verse en CaixaForum Zaragoza. Una muestra sin precedentes, formada por 305 obras entre carteles, dibujos, grabados, pinturas, diarios y distintos objetos de época procedentes de museos y coleccionistas de todo el mundo, en la que están representados más de veinte artistas: Toulouse-Lautrec, Pierre Bonnard, Pablo Picasso, Georges Bottini, Henri-Gabriel Ibels, Henri Riviére, Louis Valtat, Jules Chéret, Suzanne Valadon o Edouard Manet.

Estructurada en nueve ámbitos, la muestra ahonda en las importantes contribuciones que todos estos artistas hicieron al arte de fin-de-siécle. Se inicia mostrando los paisajes de Montmartre; prosigue con una sección sobre el cabaré Le Chat Noir- centrándose especialmente en el teatro de sombras y el grupo de Las Artes Incoherentes, que preludia el movimiento dadá-. La prensa, los carteles y la relación del arte con los procedimientos de reproducción seriada y la comunicación de masas, y acaba con la vida nocturna, el circo y la imagen de la mujer.

Le Chat Noir y el teatro de las Sombras: El origen del café parisino como espacio público para el consumo de bebidas se remonta a principios del siglo XVIII. Hacia el primer cuarto del siglo XIX, los cafés también se convirtieron en puntos de encuentro para reducidos grupos de poetas y artistas, en especial en el Barrio Latino. En los sótanos de algunos de esos locales se permitían incluso actuaciones de grupos de cantantes aficionados. Anunciado como un “cabaré de estilo Luis XIII, fundado por un fumiste”, Le Chat Noir, reflejaba esa creciente nostalgia por la historia rabelaisiana de Francia. Para el interior, Eugéne Grasset diseñó lámparas de araña de hierro, mientras que Adolphe Willette creó el letrero distintivo del exterior del cabaré; un gato negro en una media luna. El local era bastante pequeño, con dos salas estrechas, situadas una detrás de la otra, en las que apenas cabían treinta personas. Quizás la aportación más importante e influyente fuese el sofisticado espectáculo del teatro de sombras, creado en 1886 por los artistas Henri Riviére y Henry Somm. Era la atracción estrella del cabaré y, en la década de 1890, Salis llevó la compañía de sombras chinescas de gira por Francia y otras partes del mundo.
El 1 de octubre de 1882, la revista Le Chat noir publicó como suplemento el catálogo- una hoja a doble cara-de la insólita exposición Les Arts incohérents. Los Incoherentes llevaron al extremo el humor fumista absurdo y antiburgués, creando extraordinarias obras de arte precursoras del arte dadaísta, surrealista y conceptual del siglo XX, un ejemplo fue la ilustración La Mona Lisa con pipa, realizada por Sapeck, en 1887, ¡ precede a la Mona Lisa con barba de chivo de Duchamp en treinta años!.
El cartelismo: La función del cartel era y es, fundamentalmente, promocionar un producto, un acontecimiento o una ideología, por necesidad su diseño debe relacionarse de algún modo con la vida y el momento reales o bien apelar a los deseos y las necesidades de quien lo contempla. Las dos últimas décadas del siglo XIX y la primera del siglo XX fueron la edad de oro de la imagen impresa en Francia. Era la herramienta preferida de una nueva generación de artistas de vanguardia, concretamente de los que vivían y/o trabajaban en Montmartre, no solo para ganarse la vida, sino también para transmitir su estética a un público variado y cada vez más numeroso. En el mundo del cartel, nunca será suficiente el valor que se le pueda conceder a la influencia que Jules Chéret, el “padre del cartelismo”, ejerció sobre la vida y el arte parisinos durante el último cuarto del siglo XIX. Sus atractivos diseños en los que suelen entrelazarse texto e imagen, se ganaron la admiración de numerosos artistas, como Manet, Seurat, Steinlen, Bonnard, Toulouse-Lautrec y muchos otros miembros de la vanguardia del Montmartre finisecular, que los tomaron como fuente de inspiración.
El circo: A pesar de que los actores y artistas del circo eran marginados simplemente por tener un trabajo poco convencional e inestable que generaba o reflejaba estilos de vida bastante curiosos y de “dudosa moral”, en el último cuarto del siglo XIX, el circo alcanzó un alto grado de aceptación social y profesional entre las comunidades artísticas y literarias de París e incluso entre las élites. En el circo la gente vuela, los animales salvajes se convierten en dóciles mascotas, hermosas mujeres saltan a través de aros forrados con papel mientras mantienen el equilibrio sobre la grupa de un caballo y la identidad y la personalidad real de los payasos queda oculta tras un disfraz y un maquillaje colorido. Así, los artistas que plasmaron el mundo circense, como Seurat, Toulouse-Lautrec, Ibels y Joseph Faverot, entre otros, represesentaron en realidad ese componente rayano en lo imposible, puesto que lo que les atraía era esa irrealidad.

Las femme fatales: La imagen de la prostituta respondía a la idea de la femme fatale: era la muerte encarnada y, de hecho, el origen de todos los males. Al mismo tiempo, no obstante, como víctimas de enfermedades de transmisión sexual, las mujeres eran marginadas y se convertían en meras estadísticas que sencillamente servían para marcar las políticas oficiales en esa materia. En abril de 1896, Toulouse-Lautrec produjo el álbum de once litografías titulado Ellas, que expuso por primera vez en el Salón des Cent. La serie retrata a mantenidas o prostitutas de clase alta en momentos cotidianos, de intimidad como tomar un baño, peinarse, dormir o mirarse en un espejo, y plasma también actitudes de amor lésbico. Más allá de la representación de prostitutas, las descripciones de la mujer por parte de los artistas de Montmartre incluían desde el retrato realista y meditativo situado en entornos pastoriles o en interiores domésticos hasta el idealismo y la fantasía simbolista; desde la desnudez pura hasta la marcada por el exotismo. En definitiva una oposición a la definición tradicional y académica de la belleza y del recato clásicos.
Esta exposición da a conocer los aspectos esenciales de la interrelación entre la pintura con la música, el teatro y la poesía dentro del arte francés de finales del siglo XIX. El abigarramiento de imágenes que se exhiben, ofrecen al espectador una sensación de velocidad y vértigo- quizás con menos objetos, la exposición hubiera sido menos completa, pero más cómplice con el visitante- No obstante, debemos de reconocer la espectacularidad del montaje de la muestra, especialmente en el ámbito del cabaré. Artistas, literatos, supuestos caballeros con sombrero de copa, damas con vestidos de faralaes, mujeres desnudas en interiores aterciopelados…etc…Imágenes que han transcendido más allá de la historia del arte al imaginario popular y que hoy podemos “recrear” en esta estupenda exposición.
El espíritu de Montmartre en tiempos de Toulouse-Lautrec. CaixaForum Zaragoza. 26/11/2020-14/03/2021