San Miguel Arcángel derrotando a los demonios, de fray Manuel Bayeu

José Antonio Val y Daniel Pérez Artigas

El pintor fray Manuel Bayeu Subías (Zaragoza, 1740 – ¿1809?), miembro de una de las sagas artísticas más importantes  en Aragón, los Bayeu y, cuñado del universal Francisco de Goya. El pintor cartujo era  hijo de Ramón o Raimundo Bayeu y Fanlo, que llegó a Zaragoza en 1726, procedente del Valle pirenaico de Bielsa (Huesca). Se estableció como maestro lancetero en la calle de la Cuchillería, próxima a la Seo. Casado con María Subías Domínguez, procrearon nueve hijos, de los que cinco llegaron a la edad adulta: La orfandad de padre y la muerte temprana  de la hermana mayor, convierte a Francisco Bayeu en padre, tutor y maestro de Manuel, quinto y de Ramón, séptimo  de los Bayeu que pasó la vida a la sombra protectora de su hermano mayor.

Foto 1
La Virgen del Rosario con Santo Domingo de Guzmán. ca. 1770-1780. Óleo/lienzo.  Museo de Zaragoza.

Los hermanos Bayeu tuvieron así la suerte de iniciarse en las artes en una década, la de los años cincuenta, de un esplendor poco común para una ciudad como Zaragoza. El primer factor determinante de este cambio fue la estancia de José Luzán en Nápoles hacia 1735/36, donde recibió el influjo de las nuevas orientaciones rococó y del barroco clasicista académico. Al volver a Zaragoza, Luzán fue poco a poco decantando su personalidad renovadora hasta quedar perfectamente configurada desde 1750 en adelante, fechas en las que desarrollaba su plena labor docente como profesor y como propietario de un taller frecuentado por discípulos, convirtiéndose así en el pintor de más ascendencia sobre la nueva generación que se estaba formando por entonces 1. Especialmente significativa fue la huella que González Velázquez dejó en Francisco, que trabajó como ayudante suyo en el fresco dedicado al doble tema de la Venida de la Virgen y construcción de la Santa Capilla del Pilar. Con sus extraordinarias dotes, Francisco asimiló a la perfección el novedoso lenguaje rococó de estirpe romano-napolitana que González trajo de Italia imbuido del estilo de Corrado Giaquinto. Un estilo de pincelada audaz que daba lugar a formas quebradas, toques lumínicos desmaterializados y suaves colores de gamas frías con algunos aportes cálidos 2.

En abril de 1758 Manuel acompañó a Francisco y al resto de la familia cuando aquel marchó a Madrid para disfrutar  de una pensión concedida por la Real Academia  de San Fernando. El 6 de octubre de 1758 Manuel y Ramón Bayeu fueron inscritos en dicha institución como alumnos. Pero poco duró su aprendizaje en ella, pues el enfrentamiento de Francisco con Antonio González Velázquez  y su inmediata sanción por la Academia forzaron el retorno familiar 3.

Los Bayeu volvieron a Zaragoza, abriéndose para Francisco un periodo de intensa actividad mantenida hasta su regreso definitivo a Madrid en 1763, llamado por Mengs.

Durante esos años realizó, entre otras obras, diversas pinturas para las tres cartujas aragonesas: (de la Concepción, Aula Dei y Nuestra Señora de las Fuentes). No cabe duda de que su hermano Manuel, cumplidos ya los dieciocho, se convirtió entonces en su colaborador más estrecho. Podemos suponer que al trabajar Manuel en las mencionadas cartujas sintiera estimulada su vocación religiosa y decidiera tomar los hábitos de la Orden Cartujana 4. El 3 de diciembre de 1760 fray Manuel Bayeu como se llamaría en la vida religiosa, ingresó como probante de donado en la cartuja de la Fuentes, junto a Lanaja y Sariñena (Huesca). La condición de donado en las órdenes religiosas era similar a la de sirviente. Los donados compartían el régimen de vida de la comunidad y vestían hábito propio, pero no hacían profesión o votos. Eran sobre todo estimados cuando dominaban un oficio que fuera de provecho para la casa que los acogía, circunstancia evidente en Manuel Bayeu 5. ¿Fue auténtica vocación religiosa lo que movió a Manuel Bayeu  a entrar en la orden de la Cartuja?. ¿Fue una manera de solucionar su situación personal, su futuro, y con ello aligerar la carga familiar que pesaba sobre su hermano Francisco?. Muy posiblemente se combinaron las dos motivaciones. Lo cierto es que nunca se quejó fray Manuel Bayeu de su condición de religioso, ni de la vida cartujana. Por otra parte, a los cartujos, como en otras órdenes religiosas les interesaba tener artistas y artesanos entre ellos, capaces de trabajar en sus iglesias y edificios gratuitamente, con el consiguiente ahorro  de dinero pues, de otro modo,  tendrían que pagar a artistas externos a la orden y contratados para realizar obras de arquitectura, escultura o pintura 6.

Foto 2
San Andrés. ca. 1788-1792. Óleo/lienzo.  Catedral de Huesca.

Desde su ingreso en el año 1760, hasta al menos 1796, fray Manuel Bayeu estuvo ocupado desarrollando el extenso programa pictórico de de la Cartuja de la Fuentes. Treinta y seis años de  su vida realizando composiciones de pintura al  fresco, que se irán realizando en los meses de temperaturas suaves y cálidas, pero no en los meses fríos. La temática escogida retrata episodios evangélicos entre ellos los dedicados a la Virgen María y a San Bruno, fundador de la orden cartujana. También se encargará de representar dogmas, misterios de la fe, y diversas alegorías de virtudes morales y religiosas. No es nuestra intención mostrar en este artículo, el programa iconográfico que representó Manuel Bayeu en la Cartuja de las Fuentes, tal vez en un futuro. Tan solo recordaremos que dentro del ámbito de su congregación viajó hasta Cataluña para pintar en la cartuja de Scala Dei (Tarragona), o la cartuja de Valldemosa, en Mallorca.

Encargos para el exterior: Manuel Bayeu era un artista rápido y fecundo. La intensa actividad que desarrolló en la cartuja de las Fuentes no le impidió acometer abundantes encargos artísticos destinados al exterior, tanto para particulares como para entidades eclesiásticas. Estos son algunos ejemplos de la fecunda trayectoria del artista:

 Uno de los principales y más directos ascendientes artísticos de fray Manuel Bayeu lo encontramos en su hermano Francisco. Tanto durante su juventud como en buena parte de su madurez, la sombra de Francisco planea sobre él y justifica parte de su personalidad artística, por influencias o bien directas o bien indirectas 7. Un buen ejemplo será la Inmaculada Concepción, obra datada hacia 1765-70, que posee la basílica menor de Santa Engracia de Zaragoza. En ella se aprecia la dependencia de los modelos iconográficos  de la Inmaculada establecidos por Francisco en versiones realizadas en años anteriores, así como su manera de pintar, pero con trazos más duros y efectivos de luz mucho menos sutiles y finos 8.  En los primeros años de la década de 1770 pintaría un San Miguel Arcángel derrotando a los demonios. El 20 de marzo de 1772 Miguel López de Ansó, administrador del conde de Morata José María Sanz de Cortes, anoto en sus cuadernos de contabilidad el gasto de 16 libras jaquesas por “pintar un quadro grande de San Miguel para el retablo mayor de la iglesia de Chodes” (Zaragoza) y el de 1 libra, 10 sueldos y 12 dineros “por seis varas de lienzo crudo de Flandes para dicho quadro”. El mismo día Miguel Ribera, actuando como procurador de la cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes, extendió un recibo de 16 libras “por el quadro que pinto el hermano Manuel Bayeu”. No era Ribera el padre procurador del monasterio, como podría con lógica pensarse, sino un clérigo que por el año 1775 residía en el “hospicio” o casa que los cartujos mantenían en Zaragoza y en quien delegaban misiones varias. El san Miguel de Chodes responde de lleno a las maneras peculiares de fray Manuel Bayeu, entre las que hay que señalar los personajes de robustez exagerada y gestos estentóreos, los tipos de angelitos mofletudos (compárense con los de la Inmaculada de la iglesia de Santa Engracia de Zaragoza) y el cromatismo de intención rococó pero de tonos algo crudos. Sin obviar estas constantes, el buen dibujo y la excelente calidad general que observamos en el cuadro de Chodes, así como el logrado tono naturalista de algunos detalles, son distintivos de que Manuel hubo de realizarlo en una primera fase de madurez, como la cronología demuestra. Si lo cotejamos con el San Miguel que pintó Francisco Bayeu para el retablo de los Sagrados Corazones de la iglesia de San Felipe de Zaragoza (ca. 1755), observamos que la composición es diferente, pero ofrece algunas semejanzas de detalle significativas, en particular la figura del ángel niño que acompaña al arcángel. Más parecido al de Chodes es un san Miguel del círculo de los Bayeu que estuvo en la colección Pérez Cistué de Zaragoza, que a su vez tiene similitudes con un vigoroso borrón (colección particular) que procede de la cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes, presumiblemente de la mano juvenil de Francisco Bayeu. No pasa por alto que el demonio derrotado de dicho borrón presente una postura casi idéntica a la de uno de los demonios de Chodes. Una idea similar a la de los demonios abatidos la vemos en el Santo Tomás venciendo a los herejes de Francisco (Museo de Zaragoza, ca. 1760). Un antecedente más remoto para algunos aspectos concretos de las poses del arcángel y de los diablos de todas estas pinturas lo hallamos en sendas composiciones del mismo asunto debidas a Luca Giordano (Berlín, Staatliche Museen, Gemaldegalerie; Viena, Kunsthistorisches Museum, Gemaldegalerie) 9.  No fue fray Manuel Bayeu muy ducho a la hora de “idear” o componer escenas para sus pinturas. Además de valerse de obras de su hermano Francisco «Las pinturas que tengo de mi hermano Francisco son y me sirben para el estudio de mis faenas, y las estimo en lo que es mi escuela. De éstas a nadie piensso darlas», también de Ramón, que durante su estancia en Zaragoza pintando en el Pilar le enviaría bocetos, el pintor cartujo acudiría también  a su cuñado Goya, al poco de marcharse este a Madrid, que le remitiera algunas pinturas o dibujos por medio de Martín Zapater.

Foto 3
Alegoría de las Bellas Artes. 1799. Encausto sobre tabla. Real Sociedad Económica de Amigos del País.

El litigio de fray Manuel Bayeu, por competencia desleal: La realización de dos cuadros para la cofradía de la Candelaria, que tenía capilla en la iglesia del convento del Carmen calzado de Zaragoza, provocó en marzo de 1779 un serio incidente con algunos de los pintores de la ciudad de Zaragoza, en concreto con José Luzán, Manuel Eraso, Diego Gutiérrez y Francisco Périz, instigados al parecer, según sospecha fray Manuel Bayeu por el escultor Carlos Salas 10. Entendían que «era irregular el manejo interesal en un religioso, mucho más quando redundaba en daño y opresión de los seculares facultativos que, sobre el indispensable gravamen de haverse de mantener con su travajo juntamente con sus respectivas familias, tenían que sufrir los precisos cargos de república y real contribución que se les impone por razón del arte, de que se hallaba libre dicho religioso» 11. El escrito de queja de los cuatro pintores zaragozanos fue enviado, por indicaciones de don Ramón Pignatelli, al prior de Las Fuentes, superior de fray Manuel Bayeu, y este, respaldado y animado por su hermano Francisco, remitió un memorial de queja a la Real Academia de San Fernando.

Fray Manuel Bayeu afirmaba en dicho memorial que «después de cumplir con la obediencia y demás actos correspondientes a su ministerio, en los ratos y ocasiones que le permiten éstos, por huir de la oziosidad se a dedicado y dedica al nobilísimo arte liberal de la Pintura». Y que esta dedicación se había limitado a «obras en su mismo monasterio» y «algunas obritas de corta considerazión» para algunos benefactores del mismo «en mutua correspondienzia de agradecido»12. Esta institución, en junta particular del 2 de mayo de 1799, consideró injustificadas la actitud y pretensiones de los pintores zaragozanos, y apoyó la actuación de fray Manuel Bayeu, remitiéndole un escrito el día 8 de mayo, Antonio Ponz, secretario de la Academia en que le comunicaba «ha juzgado la Academia que vuestra reverencia puede executar y pintar libremente qualesquiera obras que le parezca y le permita su prelado, para su monasterio o para fuera de él. Y que si en sus pinturas pone el estudio y diligencia que tan noble arte requiere, serán sus desvelos muy acreedores de toda alabanza y recompensa» 13.

Una vez superado el conflicto, y con plena libertad para trabajar tanto dentro como fuera de la cartuja, fray Manuel Bayeu, en la década de los años ochenta, estaría plenamente configurado el primer estilo maduro por lo que respecta al gran formato. Un buen ejemplo será un cuadro de altar con la imagen de San Victorián, encargo de la cofradía de dicha advocación para su retablo de la iglesia nueva de Santa Cruz de Zaragoza. Se esmeró el cartujo en esta obra, que es de los mejor de toda su pintura. La figura del santo italiano, fundador y abad del monasterio oscense de Asán durante más de dos décadas en el siglo VI, aparece revestido con indumentaria episcopal y está revuelta con vigor de pincelada, agradable cromatismo, y buenos efectos de claroscuro, aunque se aprecia la dureza y rotundidad escultoricista de la misma. No hay descuidos y errores formales, que son frecuentes en sus pinturas; bien al contrario, fray Manuel cuidó mucho su ejecución, como si con ella quisiera demostrar a los pintores que le habían denunciado por competencia desleal que era buen pintor, capaz de competir bien con los cuadros que algunos de esos pintores habían pintado para la nueva iglesia de Santa Cruz, inaugurada en 1780 (14). En esta época, asumirá relevantes encargos ajenos a la Orden: lienzos para la capilla de San Pedro Arbués en Lalueza (Huesca), altares de la Catedral de Huesca, presbiterio de la Catedral de Jaca, salón prioral del Monasterio de Sijena, y Santuario de la Virgen de Magallón en Leciñena (Zaragoza). La intervención de cuadros de altar para capillas en la Catedral de Huesca (san Gil en 1780, la Trinidad entre 1788 y 1790 y san Andrés entre 1788 y 1792). Gobernaron por aquellos años la diócesis oscense los obispos Pascual López Estaún (1776-1789) y Cayetano de la Peña y Granda (1790-1792). El retablo de san Andrés preside la primera capilla de la nave del lado del evangelio de la catedral, junto al transepto. En 21 de enero de 1785 el cabildo acordó mejorar la iluminación de esta capilla y dotarla de una verja. A partir de 1788 el obispo Pascual López Estaún se hizo cargo de su remodelación invirtiendo en ella más de 2000 escudos, si bien no pudo verla concluida, puesto que falleció el 13 de octubre de 1789, mientras que las obras de reforma se prolongaron hasta el año 1792. Allí fue enterrado, tal y como pone de manifiesto la laude sepulcral que reposa en el centro del pavimento.

La pintura de Bayeu ocupa gran parte del cuerpo principal, flanqueado por las dos columnas. En él se representa al apóstol Andrés como un venerable anciano vestido con túnica y manto. Descansa sobre una nube con la que es aupado a la gloria por dos angelitos. Señala con una mano hacia la cruz en aspa en la que sufrió el martirio. Los peces situados a sus pies y el mar o lago de fondo aluden a su oficio de pescador, también pescador de almas. La composición está dominada por una gran diagonal a la que se subordina la estructura piramidal del personaje 15.

El influjo academicista, a fuerza de generalizarse y hacerse más común al entorno de

Bayeu, llevaría a éste a una mejor asimilación de sus principios, sobre todo en lo que respecta al aclaramiento de las tintas. Buen ejemplo de ello, se percibe en la Alegoría de las Bellas Artes, impulsadas por la Real Sociedad Económica Aragonesa. Fray Manuel representó, de su invención, la alegoría de la Pintura en el acto de pintar, bajo la dirección de Palas Atenea, el escudo de la Real Sociedad Económica Aragonesa. Está sentado sobre los Vicios, en actitud de someterlos. La alegoría de la Escultura esculpe en relieve sobre un peñasco el escudo de Aragón. La de la Arquitectura mide unos dibujos geométricos con un compás, rodeada de otros instrumentos de su arte. La de la Filosofía queda al fondo, sosteniendo un libro. La fama toca la trompeta y una alegoría del río Ebro vierte agua abundante sobre la tierra aragonesa 16. Este cuadro, quizás el más conocido dentro de la trayectoria del artista, hecho al encausto (o a la cera), fue donado por el pintor cartujo a la Academia en el año 1799, al ser nombrado académico de honor 17.

Foto 4
Autorretrato. ca. 1780-1790.  Óleo/lienzo. Museo Nacional de Arte de Cataluña

Última etapa: A partir de este punto de la evolución de fray Manuel, comienzan a aparecer algunas exageraciones anatómicas que rayan con la torpeza o inexactitud en el dibujo. Es el comienzo de la decadencia. Primero en casos aislados, que no está muy claro si debemos considerar afectación intencionada o verdadera incorrección 18. Es como si el pintor cartujo se hubiese cansado de pintar y hubiese agotado sus recursos. Se repetía a sí mismo, pero mucho peor. El colorido se volvió en su paleta todavía más terroso y agrio. En cuadros de pequeño formato, e incluso en cuadros de altar y en pintura mural, bordeada una expresión “naif”, pues los bosquejaba en una sola sesión y luego no se detenía en matizar y concretar modelados y expresiones, algo que le reprochará Jovellanos durante su etapa mallorquina 19.

Tras su estancia en Mallorca, en agosto de 1806,  de regreso a Aragón y a su cartuja monegrina, su actividad pictórica fue prácticamente nula. Debió de tener, incluso, alguna proposición para pintar en Madrid, proposición que rechazó. Entre sus planes estaban ir a Zaragoza, al Santuario de la Virgen de Magallón en Leciñena (Zaragoza), al Monasterio de Sijena y al Santuario del Pueyo de Barbastro (ambos en la provincia de Huesca), lugares todos ellos a los que por uno u otro motivo estuvo ligado en el pasado. A pesar de su vitalidad y entusiasmo, Bayeu también era consciente de que comenzaba a adentrarse en la vejez y que, por lo tanto, su final ya no podía estar muy lejos 20.

El estallido de la Guerra de la Independencia, obligó a los monjes a abandonar al Cartuja de las Fuentes, en abril de 1809, no retornando a ella hasta el año 1819. Hasta la fecha, los investigadores no han encontrado la partida de defunción del pintor cartujo, por lo que sólo existen conjeturas. Consta como ya fallecido en una relación de cartujos muertos durante la guerra, en la carta capitular de la cartuja de Ara Christi, datada en 18 de abril de 1815 (21). Si asumimos, por su mayor antigüedad, el testimonio de Lalana y Llovet, el año de fallecimiento de Bayeu sería 1809, pero habrá que objetar que no pudo darse en la Cartuja de las Fuentes porque para entonces los monjes ya habían abandonado el convento. Por el contrario, la defunción en Zaragoza durante el segundo sitio, tal y como dicen los hermanos Gascón de Gotor, sería compatible con el año 1809. Recordemos, además, que muchos religiosos y monjes exclaustrados se refugiaron en Zaragoza y que muchos murieron a consecuencia de las heridas y, sobre todo, epidemias derivadas del segundo sitio 22. En cambio, para el Historiador del Arte, Arturo Ansón,  fray Manuel Bayeu moriría en la cartuja de Las Fuentes en 1809, a comienzos de ese año. Según el autor, el hallazgo de tres documentos en el archivo de la Real Academia de San Luis de Zaragoza, refuerzan la hipótesis. El 14 de agosto de 1814 el padre José Solanas, como procurador y presidente de la cartuja de Las Fuentes, solicita a la Academia de San Luis la devolución de 34 cuadros de la Vida de San Bruno pintados por fray Manuel Bayeu para decorar los muros  del claustrillo de las capillas, y otros que, muy posiblemente, fueran también obras del pintor cartujo, y que por orden de las autoridades francesas ocupantes habían sido trasladadas  a Zaragoza, primero al convento de San Pedro Nolasco y después, a las “Salas de la Academia”. El 16 de agosto de 1814, fray José Solanas firmaba el recibí de los cuadros que había podido demostrar que pertenecían a la cartuja de Las Fuentes.

El contacto esos días del padre Solana con el pintor Buenaventura Salesa, director de pintora de la Academia, con Tomás Llovet, directo de Escultura de la misma,  y con otros individuos y profesores de la misma con motivo de la localización  y entrega de los cuadros, les llevaría a  hablar en sus conversaciones de fray Manuel Bayeu, a quién conocían, de sus pinturas, y sin duda, de su fallecimiento sólo cinco años antes. Es decir, la Academia de San Luis de Zaragoza tendría por entonces noticias fidedignas del fallecimiento el pintor cartujo y del lugar y año del mismo 23.

Ficha: Fray Manuel Bayeu y Subías. San Miguel Arcángel derrotando a los demonios. 1772. Óleo/lienzo. 197x150cm. Iglesia parroquial de Chodes (Zaragoza). Pintura titular del retablo mayor.

 Citas:

-1. Calvo Ruata, José Ignacio. Vida y obra de fray Manuel Bayeu. Tomo I. Estudio general. (Tesis doctoral dirigida por Juan Francisco Esteban Lorente). Departamento de Historia del Arte de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Zaragoza. Enero, 1998. P 37.

-2 Calvo Ruata, José Ignacio. Fray Manuel Bayeu. Cartujo, pintor y testigo de su tiempo. En semblanza de fray Manuel Bayeu, cartujo y pintor. Diputación Provincial de Huesca, 2018. P. 16.

-3 Ansón Navarro, Arturo. Los Bayeu, una familia de artista de la ilustración. Nº 29 Colección Mariano de Pano. Caja Inmaculada. Zaragoza, 2012. P127.

-4 Calvo Ruata, José Ignacio. Vida y obra de fray Manuel Bayeu. P. 38.

-5 Calvo Ruata, José Ignacio. Fray Manuel Bayeu. Cartujo, pintor y testigo de su tiempo. P. 101.

-6 Ansón Navarro, Arturo. Los Bayeu, una familia de artista de la ilustración.P128

-7 Calvo Ruata, José Ignacio. Vida y obra de fray Manuel Bayeu. P186.

-8 Ansón Navarro, Arturo. Los Bayeu, una familia de artista de la ilustración. P130.

-9 Calvo Ruata, José Ignacio. San Miguel Arcángel derrotando a los demonios (ficha). Joyas de un Patrimonio V. Restauraciones de la  Diputación Provincial de Zaragoza (2011-2019). Zaragoza, 2019. P 351-353.

-10 Ansón Navarro, Arturo. Los Bayeu, una familia de artista de la ilustración. P 138.

-11 Calvo Ruata, José Ignacio. Vida y obra de fray Manuel Bayeu. P49.

-12 ibídem.

-13  Calvo Ruata, José Ignacio. Vida y obra de fray Manuel Bayeu. P50

-(14) Ansón Navarro, Arturo. Los Bayeu, una familia de artista de la ilustración. P 142

-15 Calvo Ruata, José Ignacio. Fray Manuel Bayeu. Cartujo, pintor y testigo de su tiempo. P 220-222.

-16 Ansón Navarro, Arturo. Los Bayeu, una familia de artista de la ilustración. P 146

-17 Calvo Ruata, José Ignacio. Lozano López, Juan Carlos. La formación de las Colecciones artísticas de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País. En. La Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País. Ibercaja, Obra Social. Zaragoza, 2014. P. 132

-18 Calvo Ruata, José Ignacio. Vida y obra de fray Manuel Bayeu. P202.

-19 Ansón Navarro, Arturo. Los Bayeu, una familia de artista de la ilustración. P 147.

-20 Calvo Ruata, José Ignacio. Vida y obra de fray Manuel Bayeu. P176.

-(21) Ansón Navarro, Arturo. Los Bayeu, una familia de artista de la ilustración. P149

-22 Calvo Ruata, José Ignacio. Vida y obra de fray Manuel Bayeu. P177

-23 Ansón Navarro, Arturo. Los Bayeu, una familia de artista de la ilustración. P149

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