Autorretrato. 1796. Pincel y aguada de tinta de hollín sobre papel vermujado. The Metropolitan Museum of Art, Nueva York.
José Antonio Val Lisa y Daniel Pérez Artigas
Se consideran clásicos a los grandes maestros del pasado por su capacidad para renovar su mensaje y conectar con cada nueva generación. Pero en el caso de Goya, o al menos en buena parte de su producción, entre la que se incluye la obra en papel, esa conexión es inmediata y no necesita de actualizaciones o intermediarios. El conocimiento que actualmente se tiene de la vida de Goya permite definir a un artista perfectamente conocedor de los aspectos más avanzados de la cultura, el pensamiento y la política social de su tiempo, así como de la literatura y por supuesto de las distintas manifestaciones artísticas contemporáneas. Goya es un artista, porque es capaz de recrear, de imaginar obras susceptibles de ser interpretadas como algo más real que la realidad misma, transformando y expresando conceptos transcendentes donde lo particular se convierte en universal y el hecho puntual en motivo genérico; Pues su producción artística transciende el tiempo que le tocó vivir para llegar directamente hasta nosotros, en un salto temporal que demuestra la permanencia y actualidad de sus pensamientos.
Elaborados al margen de los encargos oficiales, los dibujos de Goya constituyen un modelo de independencia intelectual, pues inciden en la representación de los vicios y las costumbres humanas dignas de ser satirizadas por medio de la caricatura. Goya mantendrá una extraordinaria coherencia a lo largo de los años, como pone de manifiesto en las páginas de sus cuadernos y sus series de estampas, destinadas a difundir sus pensamientos entre un público amplio. El lenguaje que habla Goya es a veces difícil de comprender. Pero tras una atenta mirada provoca en el espectador actual una sacudida que activa de inmediato la indignación, al hacernos conscientes de que en muchos aspectos el ser humano sigue incurriendo en los mismos errores. El Museo del Prado ha dedicado siempre un lugar especial a los dibujos de Goya, que constituyen uno de los pilares fundamentales de su colección, por tanto no es casualidad, que la exposición que cierra el Bicentenario de la apertura de una de las pinacotecas más importantes del mundo, esté dedicada a los dibujos de Goya. Solo la voluntad me sobra. Goya. Dibujos, es un proyecto que solo el Prado puede acometer gracias a la extraordinaria riqueza de su colección- de los 320 dibujos que pueden verse en la exposición, medio millar de dibujos proceden de la pinacoteca madrileña-. En síntesis, la muestra nos ofrece una oportunidad única de poder ver cronológicamente la obra de Francisco de Goya como dibujante, desde los incluidos en el Cuaderno italiano, hasta los realizados en Burdeos.

Historia de una colección:
La historia de los dibujos de Goya presenta todavía numerosos puntos oscuros que impiden conocer con detalle su devenir a lo largo del siglo XIX. De manera resumida podemos contar que Goya los conservó durante su vida, y a su muerte en 1828 pasaron a manos de su hijo Javier, que separó los que estaban en cuadernos y los reorganizó en tres álbumes, es posible que con el objetivo de hacer negocio. El otro gran conjunto que conforma la colección de dibujos de Goya en el Museo fue adquirido en 1886 procedente de la colección de Valentín Carderera (1796-1880). Este erudito y pintor español, conocido fundamentalmente por su actividad como coleccionista, formó la mayor colección de estampas y dibujos de la España de su época, que paso casi íntegramente a la Biblioteca Nacional en 1867. Mantuvo sin embargo la propiedad de los dibujos y de numerosas estampas de Goya, que sirvieron de base para sus estudios sobre el artista. Tras su muerte, su sobrino y heredero, Mariano Carderera, vendió en 1886 al Museo del Prado doscientos sesenta y dos dibujos, la mayor parte de ellos preparatorios para sus series de estampas: Caprichos, Desastres, Tauromaquia y Disparates.
Goya es un artista contemporáneo, aunque viviera hace 200 años, por eso las salas del museo, se han revestido del color blanco, color de la contemporaneidad, de la luz, porque Goya es un pintor luminoso. Y esta contemporaneidad la veremos en la elección innovadora de la técnica del aguafuerte. Con el aguafuerte, Goya nos demuestra la independencia del artista y su voluntad de liberarse de los corsés del academicismo, que preferirá el grabado en talla dulce como vehículo de reproducción. Frente a este, el aguafuerte se presentaba como un medio mucho más libre, expresivo y autónomo, y de ahí la admiración de Goya por Rembrandt, uno de sus maestros, cuyas estampas en esta técnica se convertirán en un modelo a imitar. Al igual que sucede con los temas inherentes al ser humano, y por tanto actuales, que aparecen en sus dibujos, como la voluntad de la multitud, la violencia contra la mujer o los sinsabores de la vejez.

Una mirada atenta del espectador, nos mostrará la capacidad técnica y artística de Goya para captar la esencia de lo que ve, lo que copia o lo que imagina. Hacia 1797 se fechan los dibujos de un conjunto que hoy se conoce como Sueños, génesis de los Caprichos; Una de las obras más importantes de Goya, es el dibujo titulado Sueño de la mentira y la inconstancia. En este dibujo, además de incluir su autorretrato, a la izquierda, muestra, con la complejidad iconográfica que lo caracteriza, ideas relacionadas con la creación artística. La inconstancia, relacionada con la fantasía y tocada con alas de mariposa, es parte esencial de la creación, mientras que la Mentira, ligada a lo terrenal, trata de cercenar sus impulsos.
Los dibujos de Goya son las manifestaciones vitales de un hombre que reflexiona sobre nuestro pasado a partir del conocimiento del pasado. En este sentido, el último dibujo que cierra la exposición, titulado Aún aprendo, considerado el autorretrato simbólico de Goya, es la perfecta consonancia con el título de la exposición: “Solo la voluntad me sobra”. Todos los días tratamos de salir de la oscuridad, avanzar, pese a las dificultades de la vida, los estragos de la edad, continuar aprendiendo. La mirada del venerable rostro del anciano, alberga ese sentido final, el afán inquebrantable del desarrollo personal.
Goya: dibujos. Solo la voluntad me sobra. Museo Nacional del Prado. Hasta el 16 de febrero del 2020