Foto de portada: Jan Carel van Eyck, La caída de Faetón, 1636-38. Óleo sobre lienzo. © Museo Nacional del Prado.
José Antonio Val Lisa y Daniel Pérez Artigas
Los mitos son la forma de contar las hazañas y acciones de los dioses. Esas divinidades no solo regían el destino de los hombres, sino que bajaban a la Tierra e interactuaban con ellos, dando origen a complejos mitos en los que se entrelazan historias de los héroes o semidioses. Los protagonistas de esos mitos era dioses del Olimpo, sus historias también servían para explicar un sinfín de fenómenos de la naturaleza o del universo que los rodeaban. Surgieron así infinidad de divinidades que personificaban montañas, fuentes, ríos, mares, vientos, constelaciones, pero también todo tipo de árboles y de especies animales que convivían con los hombres. Homero y Hesíodo, en el siglo VIII a. C, fueron los primeros en escribir la Teogonía, poniendo por escrito esas historias, dando nombres a los dioses y señalando sus particularidades, honores y artes. Tampoco podemos olvidar a Ovidio, que alcanzó un gran prestigio entre sus contemporáneos y también en épocas posteriores, especialmente en el Renacimiento y en el Barroco, convirtiéndose en la principal fuente de inspiración para los artistas a la hora de afrontar sus composiciones mitológicas, como se podrá ver a lo largo de esta exposición.
Riqueza iconográfica: A lo largo de la historia, la mitología clásica ha resultado una constante fuente de inspiración para numerosos artistas, esas fabulosas narraciones quedaron recogidas en cerámicas, bloques de mármol, medallas, tablas y lienzos como los que forman parte de la exposición titulada Arte y mito. Los dioses del Prado, organizada por “la Caixa” y el Museo Nacional del Prado. La muestra ofrece una amplia mirada sobre la mitología clásica y su representación a lo largo de la historia del arte, a través de una selección de medio centenar de objetos fechados entre los siglos I a. C y finales del XVIII. Articulada en ocho secciones de carácter temático, en ellas hacen su aparición los principales dioses grecorromanos, y una serie de personajes secundarios que les acompañan en sus aventuras. Cabe destacar aquí la proyección de un audiovisual, concebido expresamente para esta exposición, en el que los dioses cobran vida para mostrar al espectador algunos de los episodios que protagonizan, permitiendo ser estos personajes correctamente identificados, en las obras que integran el recorrido expositivo.

Las Musas, inspiradoras de los artistas: Desde los más antiguos mosaicos y pinturas romanas de Pompeya hasta el conocido grupo escultórico neoclásico de Antonio Canova, pasando por las célebres composiciones de Rafael o Rubens, entre otros grandes maestros, las musas, aparecen asociadas a Apolo, dios de las artes. Ellas mismas, de manera individual o colectiva eran consideradas inspiradoras de los artistas. Aquí, aparecen representadas como las tres Gracias, a través de un grupo escultórico en bronce, fechado en la segunda mitad del siglo XVIII, que sigue el modelo helenístico, de gran éxito tanto en la Antigüedad como en época moderna. La presente exposición está organizada en un sentido diacrónico, lo que permite dar saltos temporales según la época en la que fue realizada cada obra de arte. En pintura, la mayoría de las obras que vamos a ver fueron realizas por el taller de Rubens que decoró la Torre de la Parada, un pabellón de caza en los montes del Pardo, proyecto que Felipe IV encargó a Pedro Pablo Rubens a través de su hermano el cardenal-infante don Fernando. El gran pintor flamenco realizó bocetos preparatorios de toda la serie y delegó en sus principales ayudantes la ejecución de la mayor parte de los lienzos, aquí debemos destacar a dos discípulos: Jan Carel van Eyck el encargado de pintar el lienzo La caída de Faetón, y Theodoor van Thulden, que apareció su nombre en la última restauración de la obra Apolo persiguiendo a Dafne.
De las muchas historias sobre mitología grecorromana que el Prado puede contar, a través de una selección de piezas, vamos a seleccionar aquellas imprescindibles por la calidad técnica. Probablemente uno de los dioses más conocidos, para los no entendidos en mitología, sea Baco, dios del vino. Los estragos de la pasión y desenfreno son claramente reconocibles en la obra Ofrenda a Baco, lienzo realizado en 1720 por Michel-Ange Houasse, un pintor francés que, tras una larga estancia en Italia, se trasladó a Madrid en 1715 para trabajar en la corte de Felipe V, a cuyo servicio estuvo hasta su muerte en 1730. Quizás sea la forma más común de representar al dios de la lujuria y la embriaguez, pero no la única, también aparece como un anciano barbado de larga cabellera blanca que lleva una corona de hiedra sobre sus cabellos; así lo pintó José Ribera en un lienzo que representaba la visita de Baco a los hombres, del que sólo se conservan tres fragmentos, uno de los cuales corresponde a esta cabeza de Baco. ¿Quién no ha oído hablar de La fragua de Vulcano, la gran obra maestra de Velázquez?, pues en esta exposición no está, pero en un exquisito y pequeño lienzo de Rubens, este dios del fuego y los metales, forjador de armas y armaduras de dioses y algunos héroes, aparece representado como un simple hombre. Las Furias, suscitaron interés como tema para representar en el arte de los siglos XVI y XVII. La representación de Ticio que, encadenado de pies y manos, se retuerce de dolor mientras un ave rapaz extrae de su costado parte de los intestinos, cuya autoría se ha atribuido al propio Ribera, a su taller o a un joven Luca Giordano.

La última sección de la exposición, está dedicada a La guerra de Troya, famoso episodio bélico en el que dioses y hombres combatieron unos junto a otros. Dos son los episodios destacables: Por un lado, El sacrificio de Ifigenia. El instante previo a la muerte ritual de la joven es el tema de un interesante lienzo pintado hacia 1759-60 por Corrado Giaquinto, pintor italiano que vino a España para trabajar al servicio de Fernando VI en la decoración del nuevo Palacio Real. La obra, destaca por la luminosa blancura de la protagonista, Ifigenia, situada exactamente en el centro de la composición, y la aparición en la parte superior de la diosa Artemis, que impide el sacrificio. Y para finalizar, El rapto de Helena de Juan de la Corte, pintor de origen flamenco activo en la corte española en la primera mitad del siglo XVII, que pintó diversos ciclos con escenas de la guerra de Troya. La joven es llevada a la fuerza en una barcaza que se dirige a un galeón y en cuya proa se encuentra Paris. En la barca hay un personaje cubierto con una piel de león y una clava- atributos de Hércules-, aunque no puede tratarse de él ya que no participó en el rapto; debe tratarse de las tropas espartanas, que acuden a socorrer a su reina desde un extraño edificio abovedado de planta circular.
Todas las historias que cuenta la mitología griega, hablan de sentimientos, pasión, vida. En definitiva, habla del ser humano. Ya hemos afirmado anteriormente, que los dioses griegos se relacionaron de manera estrecha con los mortales, en cuyas vidas influyeron de manera decisiva, ayudándolos unas veces y castigándolos otras. A partir del siglo IV a. C, las tradiciones helenística y romana presentaron a Prometeo, como el creador del primer hombre, al que modeló en barro; posteriormente Atenea insufló vida al ser humano, y con ella el alma, tal y como aparece representado en la exposición, en un sarcófago romano de finales del siglo II d. C. Una exposición que conecta todo lo bueno y lo malo del ser humano como especie, con la divinidad
Arte y mito. Los dioses del Prado. Caixaforum Zaragoza. Hasta el 25 de agosto