Ángel Azpeitia, 2012. Foto: Columna Villarroya
José Antonio Val Lisa y Daniel Pérez Artigas
El comienzo del año 2019, ha dejado un gran vacío en el mundo de la cultura, con la noticia de la muerte del profesor, historiador y crítico de arte, Ángel Azpeitia. Sin duda alguna una de las grandes personalidades de la cultura española de los últimos cincuenta años. Un hombre que se hizo así mismo, su periplo vital demuestra una excepcional fuerza de voluntad nacida desde entonces y mantenida durante toda una vida. Nació en Zaragoza el 13 de julio de 1933, los años sesenta fueron tiempos duros y difíciles para el profesor, mientras concluye sus estudios universitarios, compagina su trabajo en Ultramarinos y Coloniales, con el de auxiliar en el laboratorio de Bioquímica y Fisiología de la Facultad de Medicina de Zaragoza, por entonces dirigido por Andrés Pie Jordá. Su vocación por las humanidades se manifiesta pronto en múltiples facetas, la decisión de estudiar Filosofía y Letras, en concreto Historia del Arte, no fue nada fácil, la inicia a los tres años de terminar el Bachillerato, el junio de 1964. Con 31 años, compaginaba sus tareas docentes universitarias en la Facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza con las que desempeñaba en el Colegio Universitario de Huesca, del que fue uno de sus primeros profesores y donde dejó un importante número de discípulos. La relación de Azpeitia con la ciudad de Huesca no se limitó a su trabajo como profesor y gestor universitario en el colegio. Su vinculación al área de Arte del Instituto de Estudios Altoaragoneses produjo interesantes actividades a lo largo de los años. También en Huesca fundó la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte.

Su existencia está salpicada de anécdotas, entre 1960 y 1963, montó un consultorio sobre grafología, de modo que recibía cartas de personas desconocidas y contestaba en una revista de Zaragoza, también se inclinó hacia la poesía, como rapsoda, y luego hacia en teatro, desde el grupo La Cigarra. En noviembre de 1976, con 43 años, defendió su tesis doctoral sobre el trabajo de investigación titulado la obra de Marcelino de Unceta, un pintor aragonés del siglo XIX, que obtuvo como resultado Cum laude.
Cuando el oficio es la vida: Como afirma el también historiador y crítico de arte, Manuel Pérez-Lizano: “Ser crítico es una especie de sorprendente anomalía, sólo accesible para los espíritus fuertes, cultos, con paciencia infinita, pasiones más que dominadas y altas dosis racionales”. La larga trayectoria como crítico de arte de Ángel Azpeitia, pues cumplió cincuenta años reseñando la actualidad artística en las páginas de Heraldo de Aragón, es un caso único en España desde que empezó a existir este oficio periodístico. Esas colaboraciones periodísticas se las planteó en todo momento como un trabajo de notario de la actualidad artística zaragozana, para dejar constancia de todo, tanto de lo que le gustaba mucho como de lo que no le interesaba nada. Sus reseñas de exposiciones han sido descritas como una fuente histórica que quedase para la posteridad como testimonio de la vida cultural zaragozana, poniendo meticuloso empeño en cartografiar todo lo expuesto en las salas y galerías de la ciudad, desde las más ilustres a las más modestas. Pero sin duda, el gran premio para el decano de la crítica de arte en Aragón, fue que desarrolló más de medio siglo de ejercido del oficio sin quemarse ni granjearse demasiadas enemistades, en una ciudad de provincias donde el mundillo artístico es tan reducido, ha sido seguramente gracias a saber medir bien sus palabras, combinando juicios negativos con alabanzas. Siempre ha sostenido: “la crítica sirve para informar al que mira, acompañarlo y facilitarle la compresión de la obra, y no tanto para descubrirle sus defectos, más que sus virtudes”. Fue Premio Nacional de la Crítica “Camón Aznar”, 1983 y Premio Nacional al a mejor labor crítica del “Correo del Arte”, 1988.

En sus actividades de investigación y publicaciones, ha sabido entroncar la historia del arte de los siglos pasados con los movimientos más vanguardistas que se han ido sucediendo desde mediados del siglo XX. Azpeitia mantuvo una dilatada trayectoria vinculada al arte, que le permitió obtener merecidos reconocimientos, entre los más importantes, destacan: Vocal de la Comisión Asesor de Artes Plásticas del Departamento de Cultura y Educación de la Diputación General de Aragón, Presidente de la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte, presidente de la Asociación Española de Críticos de Arte, académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, desde 1996, Académico numerario de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis, de la que ha sido censor y vicepresidente. Fue catedrático en la Escuela de Artes y Oficios antes que ser profesor en la Universidad de Zaragoza, donde impartió la disciplina “Arte Actual” –“Pero mi primer amor, ese que dura para siempre por más que cambie de nombre, fue la Escuela de Artes y Oficios de Zaragoza, donde, mientras enseñaba algo, aprendí muchísimo. Sus profesores y alumnos lo eran casi todo y más al no existir en Zaragoza, una Facultad de Bellas Artes, por cuya creación luché hasta el límite”- recordaba el crítico y profesor. También fue presidente de la Junta de Personal Docente de la Universidad de Zaragoza.
Dicen que los homenajes han de hacerse en vida, algo que es cierto, pero que no siempre se cumple. En el caso de Ángel Azpeitia, recibió merecidos reconocimientos a lo largo de su larga carrea, destacaremos el que tuvo lugar el 27 de diciembre del 2012, pues la Asociación Aragonesa de Críticos de Arte, homenajeó a quién fuera su presidente-fundador, Ángel Azpeitia Burgos, con motivo de sus cincuenta años en la profesión de crítico de arte. Para celebrarlo, se presentó al público un libro titulado Ángel Azpeitia: Historiador y Crítico de Arte. Intensidad radial: (1933-2012), publicado por la editorial Aladrada, con la colaboración económica de muchos de sus amigos. Habló en primer lugar Carlos Serrano, en nombre de la editorial, agradeciendo la iniciativa del artista Paco Rallo, de quien partió la idea, la organización del proyecto y el diseño del libro. Luego intervino el autor, Manuel Pérez-Lizano, quien comentó la estructura del libro, definiéndolo como una labor coral, puesto que además de su propio estudio reúne textos-homenaje de muchos autores. Uno año más tarde, el Catedrático de Historia del Arte, Jesús Pedro Lorente, recogió una selección de las críticas de Azpeitia en el libro Exposiciones de arte actual en Zaragoza. Reseñas escogidas (1962-2012), que editó Prensas de la Universidad de Zaragoza.
Su antología crítica, supone una fuente documental valiosísima, para radiografiar el arte aragonés. Descanse en paz.