El paraíso de las tres religiones

José Antonio Val Lisa y Daniel Pérez Artigas

Durante gran parte de la Edad Media, judíos, musulmanes y cristianos fueron los pilares básicos de una sociedad que vivió marcada por el trato igualitario y la convivencia. Revivir aquella época es trasladarnos a un marco de libertad que sirve de ejemplo para la vida actual, en donde el  respeto, la generosidad y el trato igualitario entre razas, religiones y culturas diferentes fue sin duda la señal de identidad de los pueblos, incluido el de Aragón.

Aragón, a lo largo de su historia ha sido encrucijada de pueblos y creencias, esa mezcla multiconfesional, dejará su sello impreso en el futuro de la cultura y  la historia de nuestra región. Durante más de mil años el pueblo judaico  estuvo instalado en muchos puntos de la  geografía aragonesa, desde las altas tierras  jacetanas, hasta el Bajo Aragón turolense, las  juderías, – recintos delimitados donde  habitaban y desarrollaban toda su actividad las comunidades sefardíes-, destacaron por su  patrimonio y por una vida articulada en cada uno de los asentamientos sefardís en nuestra  comunidad. No es nuestra intención el realizar una clase magistral sobre el mundo  sefardí y la importancia que esta comunidad tuvo en el devenir de esta tierra.  Más bien, sentar las bases, del tema principal de una nueva novela, sobre la instauración de la Inquisición en la Corona de Aragón, y del impacto físico, emocional y espiritual que tuvo en sus ciudadanos.

La novela se titula Los candiles de Albarracín, y se trata de la  primera inmersión en el campo de la narrativa de su autora, Edith Scott Saavedra, que es abogada especialista en el comercio internacional. La narración está concebida en primera persona por Sara, una niña judía,  que desde su Albarracín natal, será testigo de la frágil complejidad de la convivencia de personas de diferentes religiones. Conforme la protagonista se hace mujer, profundizará en las creencias, identidades, amistades, los dramas y las consecuencias de la resistencia y del destierro. Todo esto sucede en una década turbulenta,  los años previos a la expulsión de los judíos de España en 1492, y la posterior conversión forzada al catolicismo.

Esta novela está  concebida como un viaje en el tiempo, que permite al lector  conocer cómo era la vida cotidiana  de los judíos aragoneses, a lo largo de la publicación asistimos a una clase magistral sobre el simbolismo y la iconografía judía y árabe sobre los usos y utensilios, rituales, objetos, gastronomía, farmacopea y  vestimenta. El arte medieval, es el puente entre la realidad y la ficción, muchas de las escenas que transcurren a lo largo de la novela,  están inspiradas en la pintura del maestro judeoconverso Bartolomé Bermejo, y de  un claro seguidor suyo  como fue Miguel Ximénez. El trabajo de documentación ha sido muy minucioso, queda patente en la descripción de la arquitectura, la artesanía, la poesía, la música y los paisajes.

Gran parte de la acción tiene lugar en ciudades y pueblos de Aragón, las páginas de esta novela también invitan a recorrer los paisajes de Teruel y la Sierra de Albarracín, así como otras localidades como Belchite, Daroca, Calatayud o  Zaragoza. Memorias de otro tiempo, en el que juderías,  sinagogas y aljamas daban vida a una cultura y un patrimonio  presente hasta nuestros días.

Un reencuentro con nuestras raíces, con  la memoria histórica, en un viaje fascinante a la Edad Media.

Edith Scott Saavedra. Los candiles de Albarracín. Floricanto Press, Moorpark, California 2019

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