José Antonio Val Lisa y Daniel Pérez Artigas
Jusepe Martínez (Zaragoza1600-1682), probablemente la figura más interesante del barroco aragonés, tanto por su doble condición de teórico y práctico de la pintura como por su carácter cultivado y cosmopolita y por sus buenos contactos.
Antecedentes Históricos: El Barroco fue para Zaragoza, lo mismo que para el resto de España, un periodo de esplendor cultural. El mayor lustre cultural del periodo se hizo patente en la literatura, en la presencia de significados círculos eruditos, en los estudios de artes y la universidad, la imprenta, la música, los espectáculos callejeros, el teatro y, por supuesto, las manifestaciones artísticas, donde desempeñaron un papel muy destacado la iglesia (bien de forma institucional o bien a título individual) y la nobleza, habituales promotores y mecenas, y en menor medida algunos burgueses enriquecidos, sin olvidar la intensa actividad desarrollada por las cofradías asociadas a los gremios, que mantenían y dotaban artísticamente sus capillas. El patronazgo privado podía hacerse en vida o, con bastante frecuencia, post mortem a través de legados testamentarios.1 Dentro del panorama de decadencia y crisis económica de esta España seiscentista, se produjo una demanda extraordinaria de pintura y, como consecuencia, aumentó considerablemente el número de pintores, convirtiéndose esta actividad, en una salida profesional relativamente segura que garantizaba, al menos, la supervivencia.2 El arte barroco en Aragón es uno de los periodos que ha recibido más estudios parciales en fechas recientes, sin embargo es tanto lo conservado que quedan todavía muchas lagunas y muchas figuras artísticas sin esclarecer.3 Cronológicamente se inicia con la superación del manierismo tardío y los comienzos del naturalismo, y termina con la superación del pleno barroco y la llegada de la pintura rococó y académica.4 A pesar de no existir una figura de primer orden en el ámbito nacional hasta que surja Goya. Aragón cuenta con una nutrida escuela de pintores de amplia producción, siendo de destacar el gusto por los grandes lienzos para decorar los muros laterales de las capillas y, en ocasiones, incluso altares mayores.5 En cuanto a la formación de los pintores, la base del aprendizaje de la pintura se basó fundamentalmente en la relación entre maestros y discípulos, lo que implicaba la perpetuación en éstos del estilo, la “manera” y el talante de aquél.6 Seguramente la presencia de Felipe IV, acompañado por Velázquez, para someter a la sublevación de Cataluña, tuvo que poner al día a los artistas aragoneses de cuál era el estilo favorecido por la Corte. Una nueva internacionalización del gusto tuvo que producirse durante la regencia de don Juan José de Austria, que había sido virrey de Nápoles y contaba con un depurado gusto artístico.7 En cuanto a los artífices, podemos establecer en la pintura zaragozana la existencia de hasta cuatro generaciones de pintores. La segunda generación es la del barroco naturalista y en ella predomina la influencia del clasicismo italiano, en muchos casos adquirida de modo directo. A este grupo pertenecerían Jusepe Martínez, su hijo cartujo Jerónimo Jusepe Bautista Martínez, Juan Pérez Galbán, el florentino Francesco Lupicini y Francisco Jiménez Maza.8 Pero el pintor más importante de esta centuria y el mejor conocido es Jusepe Martínez

El artista-teórico: Nacido en Zaragoza, a los veintidós años viajará a Italia, donde conoció a Guido Reni y Domenichino, así como en Nàpoles a Ribera. Podemos imaginar al aragonés visitando los “museos” de escultura al aire libre en los patios señoriales y los santuarios de la pintura mural: los palacios vaticanos, Farnesio y Farnesina. Rafael y sus discípulos, Miguel Ángel o los Caracci eran ávidamente estudiados por artistas de todas las nacionalidades, tras proveerse de una recomendación que les abriera estas puertas.9 En la ciudad transalpina, en torno al año 1622, consigue el encargo de realizar los dibujos para los grabados de la vida de San Pedro Nolasco. Editados con motivo de la canonización, encargados por los mercedarios y que, como se sabe, serviría de modelo para Zurbarán, eran veinticinco grabados, y formaban parte de un libro ilustrado sobre la vida del fundador. Hoy se conservan sueltos, en número de siete, en la Biblioteca Nacional de Madrid, y pertenecen a una edición dieciochesca de la obra. Jusepe Martínez despliega en las estampas de San Pedro Nolasco todo su saber u conocimiento de los cauces expresivos del barroco: la fusión de todas las artes al servicio del mensaje.10 Ya de vuelta en España viajaría en 1634 a la Corte y en 1645 recibió en nombramiento honorífico de pintor del rey, alcanzando así la cumbre de su carrera. Sus obras más monumentales son el retablo de la capilla de la Virgen Blanca en la Seo de su ciudad natal, que le otorgó prestigio, tras el impulso dado por ese primer encargo. Un retablo mayor era una excelente carta de presentación en el mercado artístico zaragozano y, a la vez, un síntoma de que ya se le consideraba con nombre propio11, también debemos destacar el retablo mayor de la parroquia de La Almunia de Doña Godina y el retablo mayor de la iglesia Santa María de Uncastillo. El pintor domina las proporciones de la figura humana que presenta siempre con un firme dibujo y un colorido suave, pero a veces con los contornos demasiado marcados, otorgando una cierta sequedad a las figuras, lo que las acerca a las obras de Domenichino. De las mismas fechas aproximadamente en que trabaja en los conjuntos pictóricos de La Seo zaragozana, Uncastillo y La Almunia es la obra Aparición de Santiago a San Cayetano, ubicada en la Real Capilla de Santa Isabel de Portugal y San Cayetano. De nuevo Jusepe Martínez vuelve a hacer honor a su faceta de creador de iconografías y pinta un hecho de la vida de San Cayetano que no se narra en su biografía: su intercesión ante Santiago para el éxito de la fundación de un convento de su Orden en la capital del Ebro. En el ángulo inferior derecho hay una vista de Zaragoza con el puente de Piedra derruido por la tremenda avenida del río en 1643. Si atendemos a que no se reconstruyó hasta finales de 1659, hay que situar el lienzo en ese arco de fechas.12 Pero las que se consideran sus mejores obras son lienzos independientes, como el San Pedro Nolasco, la imponente figura del santo vestido con hábito benedictino destaca sobre el fondo cargado de luces y sombras influido por la pintura napolitana. Las calidades corpóreas de la figura del santo están definidas por el pintor de luz cenital y su volumen matizado por los efectos del claroscuro. Otro foco de luz cae sobre los ángeles del rompimiento de gloria y Aparición de un ángel a Santa Cecilia, obra claramente influida por la pintura italiana del momento. La elegancia y delicadeza del personaje en actitud contemplativa, en una composición diagonal a través de la mirada y el gesto con la visión celestial. La riqueza de la indumentaria, refleja con precisión en los brocados y adornos de pedrería, el laúd apoyado sobre la santa y los libros de partituras que aparecen en el ángulo derecho, reciben un tratamiento pormenorizado en el que sobresale el preciso dibujo y las exquisitas calidades cromáticas. La atmósfera creada por las nubes y la luz crepuscular que envuelve la aparición celestial crean el fondo y actúan como un intenso foco de lumínico lleno de matices. El resultado es una composición plenamente barroca tanto por la iluminación como por el contraste entre la detallada reproducción de lo real y lo celestial, ambas obras, se conservan actualmente en el Museo de Zaragoza.13 Su nombre debe recordarse además por ser el autor de los Discursos practicables del nobilísimo arte de la pintura, tratado teórico escrito hacia 1673. Esta obra ha sido considerada por la crítica como menos teórica y abstracta, más práctica en sus preceptos y sin gran acopio erudito, a no ser las noticias que proporciona sobre los pintores españoles y, de forma más concreta, acerca de los aragoneses de su época (…) Resulta una obra de gran claridad por su estructura y muy compleja para su tiempo, donde además de atender a los aspectos más técnicos de la pintura, se ocupó de la consideración estética y de las noticias históricas de este género artístico. Asimismo, Jusepe Martínez ya habla del “buen gusto” en su obra, término poético, por lo demás, tan empleado durante la ilustración. La última parte histórica de los discursos, a la que dedicó gran extensión de páginas en su libro, resulta de un gran interés en si misma considerada. Su oportunidad para la Historia del Arte radica tanto en la copiosa información suministrada sobre los pintores españoles de ese Siglo de Oro como en los mismos juicios de valor aportados por este pintor humanista sobre ellos. Además, ni cuestiona, ni margina, ni descalifica su propio presente naturalista barroco (…) Jusepe Martínez aquí, en esta labor de historiador pionero, parece bastante superior a los teóricos Carducho y Pacheco (…) También supo considerar la pintura medieval dentro de su propio contexto tan peculiar .Se adelantó, asimismo, en su tiempo en los juicios históricos aportados.14 Paradójicamente, esta magna obra, permaneció inédita hasta que Valentín Carderera la dio a conocer en el año 1852 en el Diario Zaragozano. Actualmente el manuscrito se conserva en el Museo del Prado.

Autoafirmación como pintor: En esta obra de gran calidad artística que actualmente conserva el Museo de Zaragoza, se representa a un pintor mostrando el retrato de otro artista de mayor edad.15 El joven que sostiene los pinceles representa la edad de veinte años y los cincuenta y tres años del retratado cumplen perfectamente a un Jusepe Martínez maduro sin muestras de ancianidad. Esta edad de los personajes parece más verosímil que la resultante de identificarlos con Daniel y Jusepe Martínez, respectivamente. La gola que usan ambos aporta, en efecto, una fecha ante quem, 1623, cuando se puso de moda este atuendo. De esta forma, si Daniel fuera uno de los personajes aludidos debería rondar los setenta años, edad que no se corresponde con el rostro bosquejado en el lienzo. Pero estas cuestiones no resuelven el problema de la autoría del cuadro. De hecho, parece lógico que su autor fuera el que empuña los pinceles, Jerónimo Jusepe Martínez, aunque la calidad de la pintura y su estilo estén muy próximos a las de su padre.16 Por otro lado, cabría otra posibilidad, que habría de ser tenida en cuenta, según la que nos encontramos ante una obra de Jusepe, en la que nos mostrara su propio autorretrato como lienzo ficticio y el retrato de su propio hijo contemplándolo.17 Además del interés de la composición, resuelta con un preciso estudio de la luz que diferencia al pintor de su obra, en el cuadro se aprecia un gran domino del dibujo.18 El autor de la tela ficticia nos contempla como diciendo “he aquí mi obra”, pero no perdamos de vista que es la pintura quien habla de sí misma sirviéndose del lenguaje que le es propio, líneas y colores, y lo que expresa es su triunfo sobre la naturaleza: ¿qué diferencia hay entre retratista y el retratado?. Aquí lo comprobamos, pues, el autor de los Discursos también fue capaz de teorizar sobre la naturaleza de su profesión con el pincel.19 En el ángulo inferior derecho, al lado del pequeño recipiente de pintura puede leer: “Jusepe Martínez pintor del Rey español murió año de 1682” y en el puño del traje del pintor: “Su hijo murió cartujo año 1679”, inscripciones que fueron añadidas con posterioridad. Por último, en el tirante del bastidor, puede leerse: “Valentín Carderera: este cuadro lo deja en sus depósitos legado al Museo Provincial de Zaragoza. A la Academia de San Luis de dicha capital”. Este donativo, tuvo lugar en el año 1868.20
Ficha: Jusepe Martínez. Autorretrato pintado a su padre. h1630. Óleo/lienzo. 79×90 cm. Museo de Zaragoza
Citas:
1-LOZANO LÓPEZ, Juan Carlos. La comarca de Zaragoza en el Barroco. En Delimitación comarcal de Zaragoza. Colección Territorio Nº36. Gobierno de Aragón. Departamento de Política Territorial, Justicia e Interior. Zaragoza, 2011 P237
2 -LOZANO LÓPEZ, Juan Carlos. Reflexiones sobre el gusto de la pintura barroca. En reflexiones sobre el gusto. Colección Actas Arte. Institución Fernando “el Católico”, Excma Diputación Provincial de Zaragoza. Zaragoza, 2012. P 32-33
3-HERMOSO CUESTA, Miguel. El arte aragonés fuera de Aragón. Un patrimonio disperso. Gobierno de Aragón. Departamento de Educación, Cultura y Deporte. Zaragoza, 2009. P371
4- LOZANO LÓPEZ, Juan Carlos. La comarca de Zaragoza en el Barroco…opus cite…. P248
5- HERMOSO CUESTA, Miguel. El arte aragonés fuera de Aragón….opus cite…. P388
6- LOZANO LÓPEZ, Juan Carlos. La comarca de Zaragoza en el Barroco…opus cite…. P249
7– HERMOSO CUESTA, Miguel. El arte aragonés fuera de Aragón….opus cite…. P395
8- LOZANO LÓPEZ, Juan Carlos. La comarca de Zaragoza en el Barroco…opus cite…. P251
9—MANRIQUE ARA, María Elena. Jusepe Martínez (1600-1682). Una vida consagrada a la pintura. Centro de Estudios “Cinco Villas” de la Institución Fernando “el Católico”, Excma Diputación Provincial de Zaragoza, Zaragoza 2000. P 11
10- MANRIQUE ARA, María Elena. Jusepe Martínez (1600-1682). Una vida consagrada a la pintura…opus cite… P16, 21
11- MANRIQUE ARA, María Elena. Jusepe Martínez (1600-1682). Una vida consagrada a la pintura…opus cite… P33
12- MANRIQUE ARA, María Elena. Jusepe Martínez (1600-1682). Una vida consagrada a la pintura…opus cite… P66
13- CANCELA RAMÍREZ DE ARELLANO, María Luisa. MARTÍNEZ LATORRE, Concepción. Museo de Zaragoza: Guía. EL Barroco en Aragón. Gobierno de Aragón. Departamento de Cultura y turismo. Zaragoza, 2003. P292
14- GARCÍA MELERO, José Enrique. Literatura española sobre Artes Plásticas. Vol 1. Biografía aparecida en España entre los siglos XVI y XVIII. Ediciones Encuentro. Madrid, 2002. P158
15- VV.AA. Otras meninas. La Biblioteca Azul (serie menor). Ediciones Siruela. Madrid, 1995. P320
16- MANRIQUE ARA, María Elena. Jusepe Martínez (1600-1682). Una vida consagrada a la pintura…opus cite… P67
17- VV.AA. Otras meninas. La Biblioteca Azul (serie menor). Ediciones Siruela. Madrid, 1995. P320
18- CANCELA RAMÍREZ DE ARELLANO, María Luisa. MARTÍNEZ LATORRE, Concepción. Museo de Zaragoza: Guía…opus cite….P294
19- MANRIQUE ARA, María Elena. Jusepe Martínez (1600-1682). Una vida consagrada a la pintura…opus cite… P67
20- CANCELA RAMÍREZ DE ARELLANO, María Luisa. MARTÍNEZ LATORRE, Concepción. Museo de Zaragoza: Guía. EL Barroco en Aragón. Gobierno de Aragón. Departamento de Cultura y turismo. Zaragoza, 2003. P294