Goya y Buñuel: Libertad e invención

José Antonio Val Lisa y Daniel Pérez Artigas

Probablemente, junto a Gracián y Ramón y Cajal, las de Goya y Buñuel sean las figuras culminantes que Aragón ha aportado a la historia de la cultura universal. Ambos artistas fueron auténticos genios creadores, curiosos e interesados por aprender y renovarse constantemente. Aunque sea grande la distancia que los separa- vivieron en épocas, mentalidades y ambientes culturales  muy diferentes y por lo tanto, también lo fue el resultado de su trabajo- lo cierto es que a través de sus respectivos medios artísticos fueron capaces de generar atmósferas innovadoras. Las comparaciones apresuradas entre artistas de distintas épocas y disciplinas suele producir resultados desastrosos, aunque partan de bases como un lugar común de nacimiento, recorridos vitales apasionantes o incluso aspectos biográficos compartidos como sería en este caso la sordera, que sufrieron tanto Goya como Buñuel. Son disparaderos para la elucubración fantasiosa y algo en ello se advierte leyendo cómo se han comparado en ocasiones estos dos grandes creadores. Impulsos, inquietudes, deseos y ensoñaciones, este es el variado repertorio de temas que expresan ambos artistas  en sus respectivas producciones pictóricas y cinematográficas, poniendo siempre el foco de atención en el ser humano.

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Para ahondar y conocer el universo de estos dos grandes creadores cuyo influjo fue más allá de nuestras fronteras, el Gobierno de Aragón y la Fundación Ibercaja, en colaboración con la Fundación Goya en Aragón y el Centro Buñuel Calanda, han organizado conjuntamente la exposición Goya y Buñuel, Los sueños de la razón, que podrá visitarse en las sedes del Museo Goya y en el Museo de Zaragoza. La muestra se compone de pinturas y grabados de Goya, fotogramas y secuencias de películas de Buñuel, documentos y libros, además de los espacios destinados en exclusiva a la proyección del  audiovisual producido al hilo de la exposición. Las piezas proceden de colecciones públicas y privadas como el propio Museo de Zaragoza, Museo Goya, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Museo Lázaro Galdiano, Filmoteca Española entre otros.

La exposición no pretende emparejar a ambos genios bajo el paraguas del supuesto de que ambos persiguieran objetivos comunes, más bien confrontarlos a través de categorías: el afán de explorar el mundo y aprender de él, el sentimiento de incomodidad ante lo defectuoso, la libertad creativa y la derivación de esta hacia el interior. Goya bebió de la tradición barroca, tránsito hacia los postulados del neoclasicismo para acabar descubriendo en la sátira, un magnífico vehículo para ejercer la crítica sobre las conductas humanas. Buñuel en cambio, educado en el periodo de entreguerras, saltó al estimulante ambiente universitario de la Residencia de Estudiantes de Madrid, dónde conocería a Dalí y García Lorca y abrazaría el surrealismo. No podemos olvidar que el cineasta calandino, estuvo  tentado primero por la escritura,  pero después definitivamente como cineasta. Lo que no quiere decir que se deba olvidar su labor como guionista, espacio intermedio entre la palabra y la imagen.

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 Encontró en el cine el medio con el que expresarse como artista, soporte que le permitía asomarse al interior del individuo y explorar sus luces y sus sombras. Que se prefiera subrayar más lo plástico o lo vertical en las obras no es lo sustancial, sino la creación de discursos mixtos donde el lenguaje verbal  y la imagen  se suman para proporcionar una visión crítica de la realidad

A lo largo de la muestra, se observan convergencias más explícitas entre ellos, por ejemplo la libertad, que  era para Goya y Buñuel uno de los bienes más preciados  que ejercieron sin restricción. De una manera sutil y muchas veces sarcástica, mediante el gran poder que ejercen  sus imágenes,  otorgaron al individuo la posibilidad de emitir su propio juicio sobre aquello que estaban viendo. Por poner sólo algunos ejemplos: Goya, cuando grabó los Caprichos, lo hizo con la intención de “suministrar materia para el ridículo y exercitar al mismo tiempo  la fantasía del artífice”, Buñuel por su parte, en películas como Un perro andaluz, Nazarín o Viridiana, entiende la provocación como un ejercicio intelectual, llamando, en cada escena, a la incomodidad que obliga a pensar y a adoptar una postura. En cierta medida Goya contribuyó a la construcción intelectual y estética de Buñuel como creador. En la muestra puede apreciarse una sección dedicada al guión que Buñuel  escribió  sobre Goya en 1926, para conmemorar  el centenario de la muerte del pintor, que nunca llegó a filmarse, tampoco prosperó otro proyecto, La duquesa de Alba y Goya (1937), pensado para la industria de Hollywood. No obstante otras imágenes del pintor aragonés acabaron filtrándose en la producción del cineasta calandino. Así, en la película El fantasma de la libertad (1974) Buñuel empleó como fondo de los títulos de crédito el cuadro Los fusilamientos del 3 de mayo de Goya. En la película La hija del engaño (1951), Buñuel decoró un cabaret con el cuadro La maja desnuda. En otros casos, la evocación hacia el pintor aragonés se entrelaza a través de las tentaciones del propio Buñuel.

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La curiosidad, el afán por explorar y aprender, fueron determinantes para la construcción de las personalidades artísticas de Goya y Buñuel. Ambos llegaron muy lejos en sus actos creativos. Goya favoreció la autosuficiencia que la daba el haber alcanzado un prestigio elevado y una posición desahogada, la a vez que haber encerrado en una sordera que le incomunicaba del mundo sonoro pero que, simultáneamente, agudizaba su capacidad de observación. Buñuel fiel al ritual creador que identifica con el de un ermitaño consagrado a reflexionar sobre la obra que estaba gestando. Ambos artistas dispuestos primero a  aprender de la experiencia de otros y habiendo por añadidura observado la condición humana, trabajando después  retirados del fragor cotidiano.  Hablamos por tanto de dos grande creadores, que han dejado clara la base común de su prestigio: su pertenencia al a tradición costumbrista ilustrada y extraordinaria capacidad para crear potentes imágenes de incontestable fuerza crítica de la sociedad de sus respectivos  tiempos, válidas para análisis del nuestro. Ilustración y modernidad son dos líneas de fuerza de consideración imprescindible en sí, hilos fundamentales de la trama de sus tapices que sostienen con seguridad las referencias concretas. Las imágenes de Goya y Buñuel que circulan por nuestro imaginario en la medida en que ambos son dos referentes fundamentales del imaginario moderno español, aragonés y universal. La modernidad plástica y cinematográfica no puede prescindir de sus imágenes, ni tampoco de las palabras  con las que dialogan, preguntándose por el sentido de la existencia del hombre contemporáneo.

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Goya y Buñuel. Los sueños de la razón. Museo Goya. Colección Ibercaja-Museo Camón Aznar. Museo de Zaragoza. 04//10-30/12/18

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