El pintor Bartolomé Bermejo, y la Corona de Aragón

José Antonio Val Lisa y Daniel Pérez Artigas

 

Bartolomé Bermejo (h. 1440-h. 1501), de origen cordobés, fue una de las personalidades más fascinantes del panorama artístico de la segunda mitad del siglo XV, desarrolló su actividad profesional en los territorios de la Corona de Aragón, en dónde dejó a un claro seguidor, Martín Bernat (1450-1505).

El trabajo de Bermejo se fundamenta en el uso de las potencialidades pictóricas de la entonces novedosa técnica del óleo. A partir de esta premisa supo desarrollar un personal lenguaje de signo realista, especialmente atento a los efectos ilusionistas pero también a la definición de espectaculares gamas cromáticas. Su principal referente fue la pintura flamenca, la escuela inaugurada por Jan van Eyck y Rogier van der Weyden que, en la segunda mitad del siglo XV, había conquistado toda Europa, incluida Italia.

Aunque se ha especulado con que Bermejo pudo formarse en los talleres septentrionales, es más posible que su aprendizaje tuviera lugar en la cosmopolita Valencia del segundo tercio del siglo XV, una ciudad abierta tanto a los modelos flamencos como a los italianos, de los que el pintor cordobés también se hizo eco. Junto a su destreza técnica, sorprende también su capacidad para desarrollar nuevas interpretaciones de todo tipo de temas e iconografías de carácter devocional. Su inquietud por seguir explorando nuevos terrenos, especialmente en el ámbito del paisaje y el retrato, le permitió concebir algunas de sus obras más complejas e innovadoras en el último periodo de su trayectoria profesional. Todo ello fue advertido por una grupo de selectos comitentes, desde grandes eclesiásticos y nobles hasta distinguidos mercaderes, así como por sus colegas de profesión, que a menudo imitaron sus composiciones.

El Museo del Prado presenta una muestra antológica que, organizada con el Museu Nacional d’Art de Catalunya, con la colaboración de la Comunidad de Madrid y el apoyo de la Fundación Banco Sabadell, reúne por primera vez la mayor parte de sus obras conservadas, repartidas por museos y colecciones de España, Europa y Estados Unidos. La sala C del edificio Jerónimos del Museo del Prado acoge esta exposición que, permitirá admirar por primera vez en toda su dimensión el virtuosismo técnico y el sugestivo universo visual de Bartolomé Bermejo.

El ámbito 2 de la muestra, se titula: “Un pintor judeoconverso en Daroca”, y es que, como ya hemos mencionado anteriormente, el artista cordobés, trabajó para diversas localidades de la Corona de Aragón.  En torno a 1472, el artista se instaló en Daroca, en dónde aparece vinculado directa o  indirectamente con la mayoría de los retablos que realizó en la localidad. Un buen ejemplo, lo podemos admirar en el retablo de Santa Engracia de San Pedro de Daroca, del que se conservan seis tablas, cinco de las cuales se han reunido en esta sala. Tres tablas de este retablo, – Encarcelamiento de santa Engracia, Crucifixión y una Predela proceden de la Parroquia de Santa María de los Corporales de Daroca. En el ámbito 5, “Bermejo y sus socios”, la exposición nos explica porqué el artista  tuvo que asociarse a menudo con maestros residentes en las ciudades donde se asentó para sortear las restricciones del sistema gremial, este asociacionismo facilitó la difusión de los modelos concebidos por Bermejo, especialmente a cargo del taller aragonés de Martín Bernat y Miguel Ximénez, autores de quienes el Museo de Zaragoza ha prestado a la muestra dos Descendimientos, uno procedente de la Iglesia de Santa Cruz de Blesa (Teruel) de Martín Bernat y su taller y otra tabla de hacia 1480;   únicamente del pincel de Bernat, de origen desconocido.

Bartolomé Bermejo. Museo Nacional del Prado. Hasta el 27 de enero del 2019

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