El lenguaje cosmopolita de la jota aragonesa

José Antonio Val Lisa & Daniel Pérez Artigas

Si pensamos en jota aragonesa, probablemente, lo primero que nos viene a la mente será la figura del jotero vestido de baturro. Esta visión estereotipada presenta al aragonés como un personaje simpático, honesto y noble, pero pueblerino, al fin y al cabo. Así se ridiculiza a Aragón relegándolo a la periferia. Esta imagen tan arraigada durante el siglo XX, y acrecentada por el franquismo, se ha mantenido hasta la actualidad. No obstante, esto no fue así siempre; durante el siglo XIX, el impacto que tuvieron los Sitios de Zaragoza, fue un papel esencial en la construcción de la imagen de Aragón, a través de numerosos artistas y literatos extranjeros. No olvidemos que, durante el romanticismo, España, fue uno de los destinos predilectos de estos artistas, que plasmaron sus impresiones asociadas al pintoresquismo de los personajes, los trajes y las costumbres en numerosos libros de viajes. Pese a que Aragón no fue uno de los destinos predilectos para estos viajeros, la jota sí estaba muy presente en sus relatos.        

La jota, es un género musical que se canta y se baila por casi toda la geografía española, pero al cual siempre se le identifica especialmente en Aragón. La historia de la jota aragonesa bailada, ha constituido un camino de ida y vuelta. Se trata de una danza que, desde el espacio público aragonés, ha conquistado los escenarios internacionales, durante los siglos XIX y XX, hasta convertirse en un lenguaje coreográfico cosmopolita. Ello es debido a que la danza es un arte que está en continuo movimiento, donde las obras coreográficas siguen evolucionando mientras se sigan bailando. Este es un aspecto fundamental para comprender el modo en el que se han conformado los cuerpos danzantes de la jota.

El ex bailarín e historiador del arte Gonzalo Preciado-Azanza, acaba de publicar en Rolde de Estudios Aragoneses el libro Breve historia de la jota aragonesa en el ballet. A lo largo de los cuatro capítulos en los que se divide este volumen el autor acerca al lector, a modo de mapa introductorio, la presencia de la jota aragonesa en el ballet romántico, clásico, moderno y finalmente en la compleja polarización que desencadenó la Guerra Fría. Es la propuesta de una historia que aún no se había contado; para ello el autor ha buceado en el amplio abanico de fuentes bibliográficas que se encuentran dispersas en la historiografía española, anglosajona, francesa, rusa e italiana. Todas estas referencias aún no han sido recopiladas y mucho menos analizadas críticamente.

La expansión de la jota aragonesa al resto de los centros del ballet romántico, principalmente Londres y Copenhague, para después dar el salto hasta el clasicismo imperante en San Petersburgo y Moscú. Tras el apogeo del ballet romántico, París dejo de ser la gran capital de la danza en favor de San Petersburgo, donde triunfó el ballet clásico gracias al mecenazgo de los zares, así como la diplomacia blanda estadounidense durante la Guerra Fría. Esta faceta también estaba presente en España, un contexto en el que no podemos obviar el papel que tuvo la jota aragonesa.

La Edad de Plata

Llamada así, por ser un periodo de gran esplendor cultural, que se produjo durante el primer tercio del siglo XX. El estallido de la Guerra Civil truncó este florecimiento, que abarcó todos los aspectos de la sociedad española, marcada en gran medida por el exilio republicano tras la victoria de los sublevados durante la contienda bélica de 1936. La jota aragonesa se alzó como una llamada a la libertad para todos aquellos bailarines y coreógrafos abocados a continuar forzosamente con sus carreras fuera de España.

Del franquismo a la Guerra Fría

El régimen no solo se apropió del símbolo religioso del Pilar, sino también de la jota aragonesa. El franquismo proyectó su ideología en los cuerpos danzantes de los Coros y Danzas de la Sección Femenina que interpretaron numerosos bailes regionales, entre ellos la jota, desde su fundación en 1939. En plena Guerra Fría, la danza, se convirtió en una herramienta propagandística para la política cultural de ambos bandos. En este contexto, la jota aragonesa adquirió tintes políticos de gran calado.

A lo largo de los años, la jota aragonesa bailada ha sobrevivido porque ha sabido adaptarse a los tiempos, gracias a los valores cosmopolitas que transmiten sus movimientos.

Gonzalo Preciado-Azanza. Breve historia de la jota aragonesa en el ballet. Rolde de Estudios Aragoneses. Zaragoza, 2023. 174 pgns.  

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